'El Rey de Zamunda': Eddie Murphy sí es el rey de la comedia

'El Rey de Zamunda':  Eddie Murphy sí es el rey de la comedia

3´5 Butacas de 5

¡Ciudadanos y ciudadanas! ¡Colóquense en sus respectivos lugares y den una calurosa bienvenida a su majesta el Rey de Zamunda, Akeem!

El mejor Eddie Murphy está de regreso con El Rey de Zamunda, secuela del éxito de John LandisEl Príncipe de Zamunda’. El largometraje que se estrena en Amazon prime Video el viernes 5 de marzo, es pura diversión, entretenimiento, y un abrazo constante a la nostalgia a través del reparto y su historia.

Después del gran éxito que supuso la película de 1988, en la que Eddie Murphy (Príncipe Akeem) viajaba hasta Nueva York junto a Semmi (Arsenio Hall) para buscar esposa, la familia más divertida de Zamunda regresa con una secuela sencillamente brillante. Una historia renovada, con todos los ingredientes de la original, pero con una bocanada de aire fresco gracias a sus nuevos personajes y la evolución de otros.

En esta ocasión, vemos al Príncipe Akeem a punto de ser proclamado rey debido a la enfermedad que padece su padre, el Rey Jaffe Joffer (James Earl Jones). Antes de sentarse en el trono real, su padre le pide que vaya de nuevo a Nueva York a conocer al hijo bastardo suyo, fruto de su primera visita a la ciudad norteamericana en el film de 1988.

Es en Norteamérica donde comienza toda la trama de la película al aparecer en escena Lavelle Junson (Jermaine Fowler), el hijo bastardo de Murphy, fruto de una noche de divertida pasión con su madre Mary Junson (Leslie Jones). La misión de Akeem es únicamente la de llevar a Zamunda a su hijo bastardo, para convertirlo en príncipe y que en el futuro sea su sucesor.

Es evidente que lo mejor de esta secuela recae primero en su historia. Craig Bewer, director del film, traslada la acción hasta Zamunda, un primer aliento fresco para una obra que saca todo el jugo a los gags cómicos y los cameos de todos los personajes de la original. Repetir la fórmula de la primera película no hubiera sido muy inteligente, por lo que se agradece que la mayor parte de todo el contexto trascienda en Zamunda, un lugar en el que el futuro príncipe Lavelle Junson, deberá aceptar y aprender todas sus costumbres, pero sin perder la esencia.

El joven actor es toda una sorpresa en el film, no solo por sus divertidos momentos sino por el carisma que desprende atreviéndose hasta cantar. Junto a él, el gran peso de la película lo llevan Eddie Murphy y Arsenio Hall que están de diez, haciendo lo que mejor saben: reír y pasarlo bien. Durante las casi dos horas de largometraje asistimos a una historia llena de nostalgia en la que vemos a los entrañables barberos de la barbería de Queens, el reverendo Brown e incluso el sensacional Randy Watson.

Ver a Eddie Murphy haciendo lo que mejor sabe es un lujo. Después de haber sido una gran estrella de la comedia, tuvo sus altibajos con películas duramente castigadas por la crítica, pero tras Yo soy Dolemite, el actor ha conseguido volver a ser la estrella que jamás se fue y que más disfruta haciendo reír. Arsenio Hall es un compañero de lujo, los dos se entienden a la perfección y disfrutan de todo e incluso de las tomas falsas (no cortéis hasta el final de todos los créditos).

Junto al trio protagonista del film, también podemos comprobar a unos secundarios de lujo en los que Leslie Jones y Wesley Snipes son la gran atracción. La actriz está excelente en su papel de exaltada mientras que Snipes, tras superar parece ser sus problemas con la justicia, se lo pasa como un niño grande encarnando al General Izzi. Snipes, no solo sabe hacer, tiene tiempo hasta parodiar a un personaje que le convierte en un irrisorio general con tintes de dictador al que hace hasta bailar.

Porque la música y canciones son también un gran aliciente para la película, en la que desde luego el ambiente de Zamunda le sienta de maravilla. Lo mismo ocurre con los cameos, los que son fans de la original, se emocionarán con muchísimos guiños y momentos porque hay tiempo para todo.

Los mensajes de la película también son un punto fuerte. Desde la búsqueda de uno mismo, la necesidad de sentirse amado y recuperar el tiempo perdido e incluso las connotaciones críticas al patriarcado para poner en liza la figura de la mujer en otros puntos del largometraje.

El Rey de Zamunda es mucho más que chocolate sexi. Es una secuela fresca, gamberra y que abraza la nostalgia a golpe de carcajadas. Un entretenimiento simpatiquísimo que enganchará a las nuevas generaciones para convertirlas en los reyes de la casa.