'La mujer del espía': Una sugerente mirada al Japón de la Segunda Guerra Mundial

'La mujer del espía': Una sugerente mirada al Japón de la Segunda Guerra Mundial

3´5 Butacas de 5

Hace ya tiempo que Kiyoshi Kurosawa merece dejar atrás el poco favorecedor apodo de “el otro” Kurosawa para reivindicarse como lo que es: uno de los directores japoneses más personales e importantes de la actualidad. Lo lleva demostrando desde los 90, cuando sus ya míticas Cure (1997) y Pulse (2001) sacudieron la industria cinematográfica y contribuyeron a la popularización del J-horror en Occidente. Dos décadas después, y pese a que alguna vez ha regresado al género que lo hizo mundialmente famoso (la muy reivindicable Creepy, de 2016), Kurosawa se ha consolidado como un autor de extraordinaria sensibilidad dramática, que es justo la cualidad más destacable de La mujer del espía.

A través de los ojos del matrimonio compuesto por Satoko (Yû Aoi) y Yusaku (Issey Takahashi), la historia nos sumerge en los profundos cambios que experimentó Japón durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Yusaku, un próspero comerciante acostumbrado a tratar con extranjeros, se resiste a aceptar la ola de nacionalismo que se ha extendido por todo el país, pero no será hasta su vuelta de un viaje de negocios a Manchuria cuando Satoko comience a sospechar del comportamiento de su marido. Presionada por Yasuharu, un amigo de la infancia convertido ahora en oficial de policía, la mujer emprende una investigación que la llevará a cuestionarse todo cuanto creía saber de su pareja y de sí misma.

Este enfoque intimista, tan poco habitual en películas japonesas de este periodo, es sin duda uno de los aspectos más atractivos de la propuesta. Al mismo tiempo, no obstante, el progresivo giro hacia el drama familiar puede desconcertar tanto a los interesados en la Segunda Guerra Mundial como a los que busquen una historia de espías al uso. Y es que, pese a lo que el título pueda dar a entender, en La mujer del espía no hay espacio para los lugares comunes del género: que nadie espere tiroteos, frenéticas persecuciones por las calles de Tokio ni arriesgadas misiones de infiltración. El centro de la película está en la psicología de sus protagonistas, y en concreto en la evolución de una Satoko que comienza como ama de casa obediente para terminar por tomar las riendas de su propio destino.

La lástima es que, al final, cuesta conformarse con los méritos de la película (que no son pocos). Tanto la excelente dirección de Kurosawa (que le hizo merecedor del León de Plata en Venecia) como una cuidadísima ambientación elevan un producto lastrado por su precipitado desarrollo de los acontecimientos. Satoko, con todo su empoderamiento, parece cambiar de opinión de la noche a la mañana sin mayor explicación, y el ambivalente carácter de Yusaku termina por desconcertar más de lo que pretende sugerir. En cualquier caso, La mujer del espía es un thriller elegante y melancólico que supone un excelente punto de entrada a la filmografía del gran Kiyoshi Kurosawa.