'Licorice Pizza': amor, libertad y juventud

'Licorice Pizza': amor, libertad y juventud

4’5 Butacas de 5

Cuando vemos una película ambientada en los años 70 u 80, lo primero que solemos sentir es nostalgia. Tienen esa atmósfera que romantiza una época repleta de pantalones de campana y cortes de pelo cuestionables. Esto es precisamente lo que muestra, con un gran éxito, Paul Thomas Anderson en ‘Licorice Pizza‘: un mundo de nostalgia donde el amor adolescente y las ganas de comerse el mundo son lo que lo mueve todo.

La historia comienza cuando, en los años 70, Gary Valentine, de 16 años, conoce a Alana Kane, de 25. Rápidamente, se enamora de ella y comienzan a pasar tiempo juntos. Durante toda la película se muestra cómo su relación avanza en un constante tira y afloja, se separan y vuelven a juntarse, un “ni conmigo ni sin mí” que los lleva del amor al odio en pocas escenas. En palabras de su director: “Los protagonistas son Peter Pan y Wendy en la era del amor”. Son dos personajes muy humanos y auténticos, con un humor astuto y cercano.

Es imposible no empatizar con Alana y Gary y amarlos desde el primer momento. Las actuaciones de Alana Haim y Cooper Hoffman son tan frescas como excepcionales. Convierten a dos personajes aparentemente simples en protagonistas absolutos, haciendo que todo lo demás (los decorados, el vestuario, la fotografía) quede en un segundo plano para que sean ellos los que cuenten la historia.

Pero, sin duda, el gran artífice de la obra es Paul Thomas Anderson: ha formado parte del equipo de fotografía, además de escribir y dirigir la película. He mencionado que queda en un segundo plano, pero es imposible pasar por alto el increíble trabajo realizado en lo que a fotografía se refiere. Hace de una historia bonita, una película preciosa, creando un mundo de nostalgia y color que envuelve al espectador.

La música, de Jonny Greenwood, acompaña de manera espectacular una historia que habla, sin hablar de él, del caos que conlleva la llegada a la vida adulta. Transmite esas ganas de comerse el mundo y ese miedo a que el mundo te coma primero, todo mezclado con un amor tan intenso como inestable.

Licorice Pizza es un caótico y, en ocasiones, aleatorio relato sobre cómo y con quién encontrar tu lugar en el mundo. Se convierte en una tierna mirada a un pasado romantizado que en realidad no fue tan dulce. Es un impecable y precioso homenaje a la intensidad del primer amor en la adolescencia.