LA VIDA ES UN CARNAVAL Y LAS PENAS SE VAN CANTANDO (Y VIENDO CINE)

LA VIDA ES UN CARNAVAL Y LAS PENAS SE VAN CANTANDO (Y VIENDO CINE)

El domingo 1 de mayo, la ciudad de Madrid fue la anfitriona de la IX edición de los Premios Platino –era día festivo en toda España, y qué mejor oportunidad que celebrar en esta fecha lo mejor del cine iberoamericano–. Antes de la gala, grandes figuras del panorama cinematográfico y ficcional como Maribel Verdú, Luis Tosar, José Coronado, Álvaro Morte, Najwa Nimri, la protagonista de Noche de Fuego –quién podía convertirse en la actriz más joven en lograr un premio Platino–, el platino de Honor Carmen Maura, el Premio Platino del público Chino Darín y un largo etcétera de personalidades se dejaron ver por la glamurosa alfombra roja de IFEMA, comandada por la entrevistadora y presentadora Elena Sánchez.

Apenas eran las 22:02 y daba comienzo la gala con un espectáculo musical capitaneado por la cantante Nia, quien, en su salsa, interpretó el legendario tema de Celia cruz: La vida es un carnaval. Alegre introducción para la que sería una fiesta cinéfila. Tras recordarnos que en el 2021 el cine iberoamericano estuvo compuesto de un total de 669 películas y 145 series, cogieron la tutela del micrófono Lali y Migue Ángel Muñoz, quienes recordaban las nominaciones a mejor película y mejor serie de ficción. 23 premios nos quedaban por delante, y para empezar a calentar el ambiente, la simpática pareja de presentadores se marcó un buen chotis madrileño.

Los dos primeros premios fueron el de Mejor Ópera PrimaKarnawal, de Juan Pablo Fénix– y los de Interpretación de RepartoAitana Sanchez-Gijon por Madres Paralelas y Alfredo Castro por Karnawal–. La noche empezaba bien para la producción argentina, ya que nada más comenzar se alzaban con dos galardones –por desgracia, para ellos, su racha terminaría aquí–, mientras que Aitana Sánchez Gijón fue la primera de muchos en acordarse de Juan Diego en su discurso. Más tarde, El Buen Patrón empezaría su buena cosecha logrando el Platino a Mejor Guion, mientras que la cinta peruana Ainbo: La Guerrera del Amazonas se alzaba, sorprendentemente, con el de Mejor Largometraje de Animación, pues todo apuntaba que Valentina fuese quien se llevase el gato al agua en este apartado.

Tocaba acordarse de Ucrania, todos reivindicaban y apoyaban al país europeo desde sus butacas alzando cartulinas de color amarillo y azul. Después de emitir el mensaje de Iberoamérica por la Paz, la producción brasileña La Última Foresta dio la sorpresa al ganar el premio a Mejor Documental, dejando así a Jonás Trueba sin su merecido reconocimiento –malos tiempos para el buen cine–.

Poco después, otorgaron el premio de Cine y Educación en Valores, donde el director de Los Lobos se acordó de Guillermo del Toro diciendo que el cine era un ejercicio mecánico de empatía. Y después de que Najwa Nimri y Joaquín Furriel recibiesen sus respectivos Platino, arrancó un homenaje a los que ya no están con nosotros mediante la que ya se ha convertido en un himno, la mítica ranchera de Vicente Fernández Sigo siendo el Rey.

Los premios de Arte –Madres Paralelas–, Sonido –Memoria–, Montaje –7 Prisioneros– y Fotografía –Mediterráneo– se otorgaron a la par, de golpe y porrazo. Se reconoció el trabajo artístico de Antxón Gómez –quién lleva trabajando con el director manchego desde Carne Trémula–, y, como ya sucediese en Los Goya, Kiko de la Rica se consagró con el único galardón que lograse la película de Marcel Barrena en la noche de ayer.  

Después de las prisas y el momento fugaz de los premiados, otorgaron a Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro el premio a mejor creador de miniserie o teleserie por El Reino, quien encabezaba las nominaciones (6) y fuese la gran triunfadora de la noche en la ficción. Más tarde, Miguel Ángel Muñoz daba paso a su compañera de baile, Lili, quien cantó su nuevo tema Disciplina. Al acabar la función, el presidente de EGEDA, Enrique Cerezo, tomaba la palabra para recordar todo el trayecto y la carrera de la icónica actriz Carmen Maura, a quien se homenajeó mediante una compilación de memorables momentos suyos detrás de la pantalla. Todo el público se puso en pie, aplaudió y laureo su nombre al recibir el Premio de Honor. Casi no podía contener las lágrimas tras ver la ovación. Ella, sensible y con un nudo en la garganta, dio las gracias a la organización del evento. Recordó que era castiza de pura cepa y se encargó de apuntar lo acogedora que era la capital de España. Dio las gracias a todos los profesionales con los que había trabajado durante toda su carrera y rememoró sus grandes recuerdos durante su etapa en latinoamérica. También hizo hincapié en sus momentos más peliagudos –tuvo un mal aterrizaje cuando volaba hacia México–, y dijo que su ángel de la guardia se ha ocupado de que esté donde se encuentra ahora. La intérprete madrileña comentó que se toma su profesión como un juego, como también se acordó de los no premiados –ya tendrán su oportunidad dijo, la típica frase de consolación que no consuela a nadie–. Ah, y dejó constancia de que no quiere más cabezones -¡qué ya tiene bastantes!-.

Y hablando de Goyas, como sucediese de manera totalmente merecida en la pasada ceremonia de febrero, Javier Bardem y Blanca Portillo se llevaron el gato al agua en el apartado de interpretación. El protagonista de El Buen Patrón no dejó pasar la oportunidad de acordarse de Juan Diego y su ética. Y de dos premios que ya vimos en los Premios de la Academia, pasábamos a un reconocimiento que no obtuvo ni nominación en la pasada gala de los Goya. Esa fue la de Alberto Iglesias y su banda sonora de Madres Paralelas, que, por desgracia de los oyentes, no pudo recoger personalmente su querido Platino.

Después de la última pausa de Publicidad, Lili y Miguel Ángel Muñoz seguían a lo suyo, tenían ganas de tango, de unos buenos pasos de baile. Y obtuvieron lo que les pedía el cuerpo: una pequeña dosis de tango argentino. Tras este breve momento –más breve que un cortometraje– otorgarían el premio a Mejor Dirección, que paró al favorito y triunfador de la noche: Don Fernando León de Aranoa.

Se acercaba la recta final de la noche, y después de que Javier Cámara gritase a los cuatro vientos sus ganas por beber una copa de gintonic y de que Daniela Ramirez se emocionase y diese las gracias a Isabel Allende por existir, Ana Belén sorprendió y salió al escenario para interpretar Solo le pido a Dios, un canto por aquellas personas que han sufrido por la guerra y por los que lucharán por la dignidad y la paz del mundo. Tras ello, llegamos al turrón. El premio a mejor miniserie o teleserie fue a parar a manos de El Reino, mientras que El Buen Patrón se reconocería como el mejor largometraje iberoamericano. De esta forma, se cumplió el patrón que estábamos viendo durante una ceremonia donde reinaron la española obra de Aranoa y la argentina ficción del dúo Piñeyro-Piñeiro. Una gala que será recordada por la grandeza de Maura, la combinación de tradiciones, la memoria de Juan Diego, la reivindicación política y, sobre todo, por los grandes títulos que nos ha dejado este año el cine iberoamericano. Porque recuerden, queridos lectores, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando (y viendo cine).