'El Hijo': un drama sobre la salud mental fallido

'El Hijo': un drama sobre la salud mental fallido

2’5 Butacas de 5

Florian Zeller sorprendió a todo el mundo el año pasado con la oscarizada El padre. Una historia demoledora sobre el impacto del Alzheimer que contaba con una soberbia interpretación de un inspiradísimo Anthony Hopkins. En esta ocasión el realizador Francés traza con El hijo una historia sobre la depresión juvenil, una lacra que ha aumentado considerablemente desde la pandemia y que últimamente está en todos los debates sobre la educación.

La trama de la película sigue a un padre de familia, un hombre de negocios (Hugh Jackman) que trata de conciliar su doble vida personal con el trabajo. Los problemas llegan cuando recibe la llamada de su anterior esposa pidiéndole ayuda para cuidar a un hijo adolescente que falta a clase y ha perdido toda la ilusión por seguir adelante. Tratar de averiguar qué es lo que le sucede y evitar que su hijo tome la decisión incorrecta se convertirá en la prioridad de un padre que duda de sí mismo y que se ve incapaz de llegar a todo.

La película navega tranquila por lugares conocidos, con unas presentaciones de personajes algo vagas y un punto de partida algo desconcertante. El principal problema del filme es el tono. En ningún momento logra establecerlo de manera clara y eso hace que el espectador se distancie poco a poco e incluso llega a repudiar lo que está viendo en pantalla. Puede que esto también sea problema de los actores que tratan de salvar unas líneas de diálogo pobres con unas interpretaciones poco creíbles, sobre todo la de Zen McGrath, el actor que hace de hijo, que no consigue llorar en las dos horas que dura la película.

El argumento se sujeta con pinzas y los momentos de máxima tensión pierden fuerza por culpa de una dirección de película de sobremesa con demasiado presupuesto. Florian Zeller no consigue profundizar en ningún momento en el problema y se limita a seguir a un personaje que sabe lo mismo o menos que el espectador y que se dedica a vagar por ahí respondiendo a llamadas terribles o tratando de solucionar traumas pasados. Más que una película sobre la depresión juvenil parece una película que muestra la depresión juvenil a través de los ojos de unos padres incompetentes, demasiado acomodados como para ser lo suficientemente responsables con el cuidado de su hijo.

Llama la atención la poca autoridad que le da a una madre ausente y siempre debilitada por la figura de un hombre de éxito. De hecho, hay momentos en los que uno puede llegar a pensar que a ella en realidad no le importa mucho lo que le pase a su hijo, o que no se preocupa lo suficiente, o que es incapaz de solucionar por ella misma los problemas que tiene que recurrir a su exitoso ex-marido que ahora vive con una mujer mucho más joven con la que acaba de tener otro hijo.

Está claro que hay un tema común en la escasa obra cinematográfica de Zeller, este es el drama familiar propiciado por enfermedades mentales. El problema es que lo que le funcionó en El padre, ahora no consigue ni arrancarlo. Únicamente chispazos de cara al final que puede conmover pero que no llegan ni a rozar la superficie del corazón con un tercer acto y clímax final tan sonrojante como previsible.