'A Fuego Lento': Menú degustación para cinéfilos

'A Fuego Lento': Menú degustación para cinéfilos

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La cocina es un arte, para mí está claro. Pero el principal sentido para disfrutarla no se puede percibir en una película, ¿o sí?

Aperitivos:

Es muy interesante la sinergia entre cineastas asiáticos y producciones francesas; ha habido un buen número de colaboraciones que ha dado lugar a títulos tan interesantes como “Yuki y Nina” o “El vuelo del globo rojo”. Por eso, ver a Tran Anh Hung en una película gala ya me inspiraba buenas vibraciones. Una combinación perfecta de sensibilidades, mezcla de tradición y modernidad.

Primer plato:

Siglo XIX, nos situamos en Francia y entramos en una huerta a primera hora de la mañana. Poco a poco se recolectan las materias primas para preparar el menú del día. No estamos en un restaurante propiamente dicho, sino en la casa del famoso chef Dodin Bouffant.

A medida que avanza la película, vamos viendo una variedad de técnicas culinarias en una secuencia de apertura que resulta tan entretenida como una escena de acción de Hollywood. Desde ese primer momento, podemos sentir el pulso del director, tal vez su mejor película desde “El olor de la papaya verde”. Es sencilla, elegante y hermosa, centrándose más en las preparaciones culinarias que en la trama, aunque no carece de esta última. A pesar de todo, es muy entretenida, especialmente si te interesa el mundo de la cocina.

Segundo plato:

Me gusta más el título original: “La passion de Dodin Bouffant”, ya que ejemplifica mejor el tema de la película, que no es otro que el dilema del chef: ¿Qué es lo más importante, ser amado o lograr el éxito con un plato? Una característica muy interesante de las historias de artistas son temas como la obsesión y la búsqueda de la belleza, aunque en esta ocasión el amor es quien tiene una presencia más profunda pero sutil.

La fotografía de Jonathan Ricquebourges es increíblemente pictórica, al igual que lo fue en su colaboración con el cineasta catalán Albert Serra. Estamos ante una serie de cuadros que juegan con fuentes de luz natural, convirtiendo cada plano en un deleite tanto para nuestra vista como para nuestro sentido del gusto (paisajes, bodegones, retratos…).

Ser aparentemente sencillo no está reñido con la complejidad y grandeza de un plano secuencia bellamente fotografiado. Hay tanto cuidado en los actores en la cocina como en los detalles de la imagen. Simplemente, impresiona a los ojos expertos y no pasa desapercibido para el espectador medio. ¿No es increíble?

Postre:

Me alegra que lo que parecía una película bienintencionada con Juliette Binoche resulte ser una de las mejores obras del último Festival de Cannes (ganadora del Premio al Mejor Director) e incluso del año. Es una joya oculta que el público merece descubrir.

La película trata sobre la cocina como arte y el amor como musa. La cinta culmina con una pregunta a la que el personaje de Binoche responde con elocuencia, y esa línea de diálogo todavía resuena en mí hoy. Esa es la clase de reacción que solo generan las buenas películas.