'La Abadesa': creer es la clave

'La Abadesa': creer es la clave

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Quizás ‘La abadesa’ no sea una mala película; de hecho, podría ser una grandísima obra. Sin embargo, a mi parecer, aunque tenía mucho talento detrás, el resultado es desigual. Puede que parezca un poco directo comenzar la crítica de esta manera, pero al encenderse las luces y empezar a aparecer los créditos, me quedé con una sensación extraña. Repasaba todo lo visto y sí, había momentos de gran cine, escenas asombrosas tanto a nivel técnico como artístico. No obstante, durante todo su metraje, no pude evitar sentir una pausada letanía. El ensimismamiento por la imagen, la cuidada ambientación y el encierro de los espectadores de la misma forma que están las monjas protagonistas convierten a ‘La abadesa’ en algo que podría ser interesante en aburrido. Y con esto no quiero decir que la trama no sea tan intrigante como para ser un thriller, aunque en parte lo es: La lucha de una mujer que está sola ante el peligro.

Con ciertos elementos que incluso podrían recordarnos a las tramas más políticas, intimistas y sugerentes de las primeras temporadas de ‘Juego de tronos’. En definitiva, le falta punch, rematar una propuesta exigente con el espectador, aunque con un buen guion que cimentar.

Nos situamos en España en el siglo IX, tiempos complicados de reinos divididos y numerosos conflictos fronterizos. Es entonces cuando obligan a Emma de Barcelona a convertirse en monja, y debido a su linaje, es nombrada Abadesa en el monasterio que creó su familia, con el propósito de repoblar y ayudar a los desfavorecidos de dicha comarca catalana. La abadesa le prometió a su padre que cumpliría con el cometido, mientras que su hermano y la iglesia más tradicional solo deseaba de ella un papel impostado, como el de una mujer florero, manteniendo un perfil bajo y sin llamar la atención. Justo lo contrario de lo que haría tras jurar el cargo. Cambió la manera en que se realizaban las cosas en el monasterio, ganándose rápidamente enemigos entre los diferentes estamentos religiosos y casi todas las monjas de la congregación.

A pesar de que la Fe es un pilar fundamental de la historia, me quedo con el tema feminista, más que actual, donde todas las monjas son mujeres pecadoras que fueron obligadas por sus familiares a estar en clausura. El director se centra en enfatizar el empoderamiento y la lucha contra la opresión que existía en la sociedad de la época, lo cual resuena en la actualidad.

Antonio Chavarrías pone el foco en sus actrices protagonistas, realizando un trabajo soberbio de contención de las emociones. Daniela Brown destaca como protagonista, transmitiendo un sinfín de emociones y creando un personaje complejo y oscuro. Sin embargo, su némesis interpretada por Blanca Romero aporta ese rayo de luz y emoción que la película necesitaba. El reparto masculino quizás no esté tan inspirado, pero en conjunto no desentona.

Para concluir, solo puedo recomendar echarle un vistazo y adentrarse en este universo fantasmagórico de ecos, paredes de piedra y rezos. Te guste o no, será una experiencia.