4 Butacas de 5
Después de una muy sólida trilogía contándonos el origen de César y del Planeta de los simios de la mano de Matt Reeves y Andy Serkis, ahora Wes Ball toma la batuta para transportarnos varias generaciones después y continuar expandiendo este salvaje universo. En un mundo donde la naturaleza ha reclamado finalmente su trono y los simios han ascendido a la cima de la cadena alimenticia, estamos ante una nueva aventura épica donde nuestro “nuevo César” deberá recuperar a su clan con la ayuda de una misteriosa humana y un orangután.
Desde el primer fotograma, es evidente que este filme nos ofrece un espectáculo visual impresionante. El CGI es asombroso, rayando en el hiperrealismo, cada detalle de los simios, desde los pelos hasta el movimiento de sus músculos, está cuidadosamente elaborado. La atmósfera de los escenarios, vistos a través de los ojos de un águila, nos sumerge en un mundo verde y exuberante, donde la naturaleza reina suprema.
Pero más allá de su impactante belleza visual, la película cuenta con una trama cargada de emociones y dilemas morales. A través de la historia de Noa, un simio que se embarca en una peligrosa misión para encontrar a su familia, nos enfrentamos a la idea de la tolerancia y la aceptación de la diversidad entre seres y razas. Noa, al igual que César en las entregas anteriores, se convierte en un líder reluctante que lucha por unir a su comunidad y encontrar un lugar en un mundo hostil.
A medida que Noa se encuentra con humanos que han perdido su capacidad de hablar y han sido reducidos intelectualmente debido al virus de la primera película, vemos la dura realidad de cómo nuestras acciones por afectar a otras criaturas nos terminan afectando a nosotros.
A través de un elenco de personajes ambivalentes y grises, la película nos lleva a cuestionar nuestras propias creencias y prejuicios. ¿Es posible la convivencia pacífica entre especies tan diferentes?, ¿es posible la utopía en la que César creía y vivir en un mundo reinado por humanos y primates?, ¿podemos superar nuestras diferencias y trabajar juntos por un bien común? Estas son preguntas que resuenan a lo largo de toda la película y que nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia relación con el mundo natural.
La actuación de Owen Teague, Peter Macon y el villano interpretado por Kevin Durand merece un aplauso aparte. Bajo el asesoramiento de Andy Serkis, estos actores han logrado clavar los movimientos de los simios de una manera sorprendentemente realista. Cada gesto, cada mirada, transmite emociones y sentimientos que nos adentran por completo en el mundo de estos seres inteligentes. En especial, la presencia imponente de Proximus César y su gorila guardián es simplemente escalofriante. Cuando aparecen en pantalla, su fuerza y determinación ocupan todo el espacio, haciéndolos verdaderamente intimidantes.
Cabe destacar cómo la influencia de la cultura romana y su estructura se hacen notar de manera sutil en el reinado de Proximus. Los paralelos con la antigua Roma son evidentes en la organización jerárquica de la sociedad simia, donde el líder supremo ejerce un poder absoluto, contando con fieles seguidores y esclavos.
“El Reino del Planeta de los Simios” no solo es una emocionante aventura, sino también un poderoso recordatorio de la importancia de la tolerancia y el respeto hacia todas las formas de vida en nuestro planeta. Con su impresionante CGI, su cautivadora historia y sus mensajes relevantes, esta película continua de buena manera el legado de Andy Serkis y Matt Reeves, estableciendo un nuevo estándar para la saga “El Planeta de los Simios” y nos deja ansiosos por descubrir qué depara el futuro para esta franquicia.