'Una noche en Zoopolis': Potencial recorrido al terror en familia

'Una noche en Zoopolis': Potencial recorrido al terror en familia

2’5 Butacas de 5

El mundo de la animación ha sido de los campos que más han prosperado en cuanto a la idea de que cada propuesta que logra alcanzar visibilidad en la pantalla, ya sea chica o grande, busca al menos diferenciarse en ciertos aspectos en sí misma que la hagan única en medio del mar de artistas y animadores allá afuera que buscan fervientemente posicionar sus historias a través de públicos cada vez más amplios.

En “Una noche en Zoopolis”, nos encontramos ante una apuesta que, de primeras, no parece envidiarle nada a las grandes producciones, al menos en el aspecto visual, y que, sumado a ello, la idea original de la cinta surge a partir de una historia corta escrita por el icónico Clive Barker, creador de la saga Hellraiser. Sin embargo, aunque la película expone ideas interesantes no vistas a menudo en películas enfocadas a todos los públicos, en esta ocasión no consigue cautivar del todo su particular esencia debido a su poco inspirado desarrollo narrativo y desabridas intervenciones por parte de sus personajes.

En la película seguimos a Gracie, una loba que, al igual que otros animales, habita pacíficamente en un zoo hasta que, una noche, un extraño meteorito cae en medio del lugar y libera un extraño virus que convierte a todos los animales del recinto en zombis alienígenas. Es así que Gracie une fuerzas con un puma, un lémur, una avestruz y demás peculiares compañeros para sobrevivir a esta catástrofe y, de paso, encontrar la forma de salvar el zoo.

Uno de los factores donde falla “Una noche en Zoopolis” es en presentar personajes que llenen la pantalla. La mayoría de los animales ejercen de arquetipos muy vistos en el cine y, por lo mismo, se vuelven poco interesantes a lo largo de la aventura, por lo que su incidencia se ve reducida a gags cómicos que, por momentos, ni siquiera terminan de funcionar. El núcleo del relato es básico y despierta todos los clichés del género; aun así, no se sale del todo de la línea y entrega un producto efectivo para ciertas audiencias, junto a una animación realmente digna para su modesto presupuesto.

El doblaje en castellano funciona. Tal vez el personaje de Gracie puede desentonar, sobre todo al inicio, pero esto termina pasando desapercibido conforme la película avanza y el espectáculo de body horror comienza. Y es que esto último es donde viene el verdadero encanto de “Una noche en Zoopolis”.

Las pinceladas de perfecta sincronización entre comedia y terror sostienen el mal trago que dejan las oportunidades perdidas de sus propuestas narrativas y potencian la personalidad de la obra en conjunto, haciéndola menos tediosa y hasta ingeniosa en ocasiones. Lamentablemente, esto no ocurre seguido, por lo que, aunque es un gran intento por parte de sus realizadores, la cinta no explota por completo sus propias armas en pantalla.

“Una noche en Zoopolis” no promete más de lo que refleja la primera impresión. Estamos ante una película de animación de fórmula, con alguna particularidad que la hace especial, pero que en general no se arriesga a ser más que una pieza del montón para un público que busque algo genuinamente único.