'Thunderbolts*': exactamente lo que no tenía que pasar

'Thunderbolts*': exactamente lo que no tenía que pasar

4’5 Butacas de 5

Cuando ya estamos acostumbrados al vacío existencial en el que vive Marvel; cuando las series no llevan a ningún lado y las escenas postcréditos directamente parecen condenadas a no resolverse nunca; cuando esta fase más reciente se tambalea, con un villano caído en desgracia por polémicas ajenas a la franquicia y una marca tan querida como Capitán América pasándolo mal para ser rentable… Thunderbolts* debía ser otro nombre más en la larga lista.

Y, sin embargo, ha pasado exactamente lo que no tenía que pasar.

Thunderbolts* me ha sorprendido como ninguna película reciente de Marvel. Me ha hecho conectar con una alineación completamente nueva de superhéroes como en su día consiguieron los Guardianes de la Galaxia. Los Thunderbolts son un grupo de mamarrachos con una identidad única en toda la franquicia.

La película es inesperadamente buena. Inesperadamente bonita, profunda, rápida y violenta. Está extrañamente bien escrita, bien dirigida y bien orquestada de principio a fin. No pensaba volver a ver algo nuevo en una película de superhéroes, volver a conectar con ese sentimiento que, quizá como adulto, había perdido. Ese que tenía al ver Iron Man en cines.

Disney ha aglomerado en una sola película una larga lista de nombres de la producción indie de A24. ¿Se nota? . ¿Es raro? También. Pero tiene ese punto de anacrónico, de fuera de lugar, que epata. Otras antes lo intentaron conseguir sin éxito. Thunderbolts*, sencillamente, lo tiene.

¿Puede ser un oasis en el desierto? Por supuesto.

¿Puede que la próxima película o serie de Marvel nos devuelva al lado oscuro de su universo? También.

Pero Thunderbolts* construye una vía de escape. Una salida al rumbo agotado que había tomado el Universo Cinematográfico de Marvel. Y me hace pensar que no estaba todo escrito en las películas de superhéroes de Disney.

Curiosamente, los Thunderbolts cumplen con la misma función que asumieron en los 90: la de llenar el vacío que habían dejado los superhéroes que amábamos. Lo hacen, como aquella vez, con una panda de mamarrachos que no queríamos, pero que no sabíamos que necesitábamos.