4 Butacas de 5

Me parece correcto empezar matizando que no he visto el musical original de Broadway. Por eso, cuando vi la adaptación al cine de su primera parte, salí bastante contento, por no decir embelesado, al encontrarme con un musical de pura cepa que retomaba el sentido de la maravilla de los musicales de antaño. Y no era por los números musicales especialmente, sino por un diseño de producción alucinante donde se veía cada dólar invertido en la pantalla. Además, esa primera parte (que engloba el primer acto del musical) funcionaba en solitario al cerrar de forma magnífica el arco de su protagonista, uniendo perfectamente El mago de Oz sin entrar en más detalles… solo viendo las motivaciones de por qué la Bruja del Oeste (Elphaba, en este caso) se convierte en lo que es. Por eso tenía cierto recelo sobre por dónde podría tirar esta segunda parte (el segundo acto), donde solo podían desarrollar un poco más ciertas tramas secundarias. Y lo cierto es que el resultado no puede ser más estimulante… pero tampoco está exento de algún problema que viene más del propio musical, seguramente, que de la película en sí.

El capítulo final de la historia jamás contada de las brujas de Oz comienza con Elphaba y Glinda distanciadas y viviendo las consecuencias de sus respectivas decisiones. Elphaba, demonizada como la Bruja Malvada del Oeste, vive exiliada en el bosque de Oz, liderando la lucha por la libertad de los animales silenciados y tratando desesperadamente de revelar la verdad oculta sobre el Mago. Glinda, por su parte, se ha convertido en un símbolo de la bondad: vive en el palacio de la Ciudad Esmeralda, es famosa y popular, y bajo la tutela de Madame Morrible intenta mantener la paz y convencer a todos de que todo está bien con el Mago gobernando. A pesar de la división entre ellas, cuando la multitud se levanta contra la Bruja Malvada, Elphaba y Glinda deberán unir fuerzas de nuevo. Con su única y especial amistad como clave, tendrán que mirarse con honestidad y compasión para afrontar su transformación personal… y cambiar el destino de todo Oz.

Porque, pese a haber perdido cierta capacidad de sorpresa y, en ese aspecto, algo de su sentido de la maravilla, el film es un espectáculo visual de primer orden. Luce de órdago en todo momento, y la decisión de su director, John M. Chu, de optar por un tono más apagado en su fotografía no podía ser más acertada para lo que quiere narrar precisamente (el auge del fascismo en Oz). Además, posee momentos de puesta en escena que son simplemente maravillosos (el número en solitario de Glinda en plano secuencia), junto con otros que vuelven a brindarnos el sentido de la maravilla (el número a tres de Glinda, Elphaba y Oz) y la epicidad (el número de Elphaba “No Good Deed”), y algún apunte que me parece de lo más elegante para no perder el foco en sus protagonistas (el detalle de Dorothy y compañía).

Ahora bien, las críticas que he escuchado del musical y sus problemas vienen precisamente de este segundo acto, del que dicen que es atropellado. Y no quiero imaginar cómo debe ser en el original, cuando aquí incluso se nota de la misma manera, con más metraje y algo más de desarrollo. Porque hay personajes y tramas que se sienten forzadas (la procedencia de Elphaba) o cuyo desarrollo resulta poco orgánico (el de Madame Morrible), o directamente plano (todo lo de Nessa), cuando dramáticamente tenía mucho juego. Y es una pena, porque son pequeños detalles que lastran al film y que son problemas que vienen directamente del propio musical, y que la película intenta salvar como buenamente puede.

También podría decirse que es un filme un poco más calmado y más íntimo, con canciones menos perdurables y menos animadas, lo cual puede hacer que el espectador acabe un poco hastiado (no es mi caso). Pero esto consigue parchearlo gracias a unas interpretaciones de su dúo protagonista que son magníficas. Si ya en su primera parte se lucían, aquí las dos actrices consiguen emocionar al espectador ante esa amistad imposible, llegando incluso a estar mejor que en su precedente (como es el caso de Ariana Grande, que aquí está fantástica, simple y llanamente). Y aviso a navegantes: si sois fans, preparad los kleenex porque los vais a necesitar.

Por ello, Wicked Parte 2, pese a ser una estupenda, por no decir notable, segunda parte, no termina de llegar al nivel de la primera entrega por problemas que vienen del propio musical, porque por la película misma, el film funciona igual de bien en ese aspecto. Por tanto, si os gustó la primera parte, desde luego os gustará esta entrega, pues sigue manteniendo su sello intacto.

