'You go to my Head': ¿Escogemos nuestro camino?

'You go to my Head': ¿Escogemos nuestro camino?

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Como suaves curvas de las dunas saharianas, la historia que hoy nos atañe transcurre con calma a la par que belleza. Si bien es innegable el cuidado estético del metraje, Dimitri de Clercq (Un bruit que rend fou), su director, pone empeño en ofrecer una historia contada con un par de diálogos importantes y unas imágenes que hablan por sí solas.

Así pues, en una película donde la observación es punto clave para comprender ciertos comportamientos humanos basados en una mezcla entre confusión, (in)seguridad o gratitud, los personajes se dejan arrastrar por las consecuencias de un accidente en mitad del desierto.

Jake (Svetozar Cvetkovic, Turneja), de personalidad impenetrable en un principio se enmarca como personaje entre controlador y caritativo; curioso poner ambos conceptos juntos. Indudablemente en la búsqueda de moldear a una persona a su gusto como si de arena se tratara. Mientras que Dafne/Kitty (Delfine Bafort,Promises written in water), desprovista de su memoria, la observamos, dentro de la poética de la imagen del director, atrapada en un recorrido laberíntico, no solo físico, sino psicológico que llega a conocer a fondo.

Una suerte de La Bella y la Bestia perdida en el desierto, donde solo nosotros como espectadores podemos ser testigos de ella. Esta actitud de “vigilantes” nos hace tener una relación de complicidad en una historia donde la observación unilateral a un personaje que lo ignora y carece de defensas es el pilar que representa una relación de poder en su estado más tóxico, hasta el punto de preguntarnos si todas las elecciones están condicionadas por la otra persona.

Arena y piel se confunden mientras sentimientos contradictorios te hacen dudar acerca de tus propias ideas; te marean mientras ves claramente la situación de cada protagonista respecto a su relación el otro. Todo gracias a un manejo de la escenografía y dirección de fotografía en conjunto que no deja escapar ningún detalle, tanto en simetrías o asimetrías que poco a poco van desplazando el foco de conocimiento de los protagonistas.

Música inquietante subraya los momentos de duda y las claves para el avance de un relato que no deja de ser una interpretación de una situación retorcida.

Con un estilo que evoca a las revistas publicitarias de moda, de Clercq marca a ritmo lento pero constante una historia que, de una forma u otra, no deja indiferente.