'Un acuerdo original': “Es la rutina lo que nos ha matado”

'Un acuerdo original': “Es la rutina lo que nos ha matado”

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Cada divorcio es hijo de su padre y de su madre. Pueden darse mil situaciones distintas en cada uno, proporcionando experiencias de lo más diversas. En esta película de Romane Bohringer (Vaurin, Las noches salvajes) y Philippe Rebbot (El Colapso, Le choc du futur) nos plantean el escenario del final de su propio matrimonio. Sí, hechos reales, una película con toda la familia, niños incluidos.

Cómo el todo no responde sin las partes, nos ofrecen un retrato de cada uno: cómo piensan, cómo reaccionan, cómo se relacionan, qué esperan de la vida… Hasta hacernos entender todo el camino recorrido y cómo han llegado donde están. Vemos la vida interna e íntima de los dos “ex cónyuges” hasta el punto de individualizar la historia por dos frentes; lo que la convierte en un relato rico en matices. Se nos muestra cómo se enfrentan en determinadas situaciones, que además, están recreadas desde un punto de vista tan íntimo que no puedes evitar sentir la verdad de lo que te narran. Mediante algunas secuencias de montajes paralelos, nos ayudan a cumplir este objetivo y a ver a cada uno de manera individual. Este factor ayuda, además, a que les veamos como personas reales y no solo como los personajes de la última película que viste.

Pero el objetivo de los dos protagonistas no es tan sencillo como lo venden. Vivir de la manera que planean, uniendo sus apartamentos mediante la habitación de los niños, requiere un grado de madurez y cierta mentalidad que, en un inicio, brillan por su ausencia. La organización en esta(s) vivienda(s) no puede empezar bien; pero personalmente, estar dispuestos a llevar ese trabajo a cabo por sus hijos es uno de los mensajes más claros y directos de lo que es, en definitiva, esta historia.

En el largometraje, no dejan cabos sueltos: las respectivas familias de los dos principales implicados, tienen vela en este entierro, haciendo palpable el carácter grupal y social que caracteriza los divorcios. Esta clase de elementos son de gran ayuda a la hora de darle la humanidad pertinente a la historia y no rodearla de un dramatismo que nos habría dado otra película. Esto la convierte en una pieza que podría llegar a documentar determinadas situaciones, sin salir de lo que podría ser una representación incluso entretenida de los hechos reales. Lo que no deja de imbuirle un carácter cómico en ocasiones, satírico en otras o ácido en algunas.

Me gustaría destacar lo importante que es que una (ex)pareja pueda tratar determinados temas con la confianza de dos personas que han compartido vivencias únicas y tumbar ideas preconcebidas en muchos casos sobre los resquicios supuestamente negativos que deja todo divorcio. Y, sobretodo, no deja de ser otra ejemplo de cómo la vida y el cine van de la mano.