'El Practicante': la perversión de la obsesión

'El Practicante': la perversión de la obsesión

3 Butacas de 5

El thriller psicológico es uno de los géneros más atractivos para distraer la mente. Algunos de ellos son tan viscerales que nos golpean la mente, el corazón y el estómago con diversos de los temas que tratan: obsesión, violencia, acoso…cuando todo eso converge en el hombre sobre la mujer conlleva a darnos cuenta de que la lacra de la violencia machista está más presente que nunca por desgracia.

El Practicante es la nueva película de Netflix que llega a la plataforma el próximo 16 de septiembre. Largometraje dirigido por Carles Torras y protagonizado por Mario Casas y Déborah François, en una película llena de tensión, suspense y un camaleónico Mario Casas que vuelve a demostrarnos la madurez que posee delante de la cámara.

Casas se mete en la piel de un conductor de ambulancias, de carácter narcisista, soberbio y capaz de llevar al límite su obsesión por su pareja. Si ya con un aspecto emocional de dudosa amabilidad le sumas una circunstancia que le deja tetrapléjico, el odio interior de Ángel (Mario Casas) llega al límite.

La película es una escalada constante de suspense en la que el espectador derrochará odio por el papel de Mario Casas que lleva su locura y oscuridad al límite. Bien es cierto que aunque sea un film en donde las interpretaciones e historia son su principal base, bebe de los clichés más generales del género y ya sepamos por donde pueden ir los tiros a medida que avanza el metraje. A pesar de todo, Carles Torras dirige la película con soltura y da lugar a la sorpresa con un par de giros de guion.

Hay que destacar también la interpretación de Déborah François, actriz que ha hecho un esfuerzo tremendo aprendiendo castellano en tan solo dos meses y demostrando una calidad de interpretación en las escenas en la que el espectador agonizará con el sufrimiento que padece.

La violencia machista y el narcisismo, dos virus sociales que acaecen en la sociedad y que El Practicante refleja en un trabajo notable en el que Mario Casas se deja la piel. El guion además ha incluido algunas de las herramientas de los acosadores como los programas espías de móvil, haciendo que el retrato de la figura odiosa de Ángel sea aún peor. También es el esfuerzo físico del actor de moverse en silla de ruedas y sin capacidad de movimiento en sus piernas es digna de alabar para el papel.

Mario Casas es sin duda la gran atracción, el actor logra mantener la oscuridad en su mirada y carácter a lo largo del largometraje volviendo a demostrar que ya es hora de que se le tome más en serio por parte de quien conceda las nominaciones. Una transformación visceral llevada al límite y sobre la que el largometraje se apoya en todo momento.