Crónicas desde el Zinemaldia: La gran resaca final

Crónicas desde el Zinemaldia: La gran resaca final

La septuagésima tercera edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián ha llegado a su fin dejándonos un palmarés predominantemente español. Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, se ha convertido en la Concha de Oro de esta edición, premiando por tercer año consecutivo una película de producción patria. Junto a ella cintas como Maspalomas, Los Tigres o Historias del buen valle (película que analizaremos más adelante) también recibieron galardón, dejando claro una edición más la tremenda diferencia que existe entre las cintas españolas a concurso y las internacionales.

Pero antes de llegar a ese palmarés, tenemos que hablar y analizar las últimas películas que se han presentado en el festival. Documentales cargados de sensibilidad y crítica social, largometrajes para todos los gusto, e incluso alguna que otra serie. ¡Comenzamos!

Flores para Antonio, de Elena Molina e Isaki Lacuesta

Uno de los momentos más emocionantes de todo este Donostia Zinemaldia ha sido la reunión de la familia Flores. Flores para Antonio, documental dirigido por Elena Molino e Isaki Lacuesta, nos acerca más al universo de esta familia gracias a los recuerdos y testimonios de todos sus integrantes y amigos, centrándose principalmente en la figura del genio y artista Antonio Flores. Su hija, Alba Flores, que ha producido este documental, nos va desentrañando todo su árbol familiar desde la perspectiva de su padre, creando un retrato tremendamente emocional y metafórico sobre él. Flores para Antonio no solo es la historia de un cantante, si no también la historia de una familia rota por la perdida y las drogas. Todo esto está adornado con diferentes imágenes de archivo, dibujos del mismo Flores y, como no, todas esas canciones que recordaremos toda la vida como Siete vidas o Alba. Un documental imprescindible para todos los amantes de su música.

Ciudad sin sueño, de Guillermo Galoe

Directa del festival de Cannes con premio incluido nos llega una de las cintas españolas que más prestigio ha logrado a lo largo del año. Ciudad sin sueño, de Guillermo Galos, llegó a San Sebastián dispuesta a hacer una cinta que refleje la vida y relaciones de todos los habitantes de la Cañada Real de Madrid. Si algo es Ciudad sin sueño es una crítica social de lo más ambiciosa, tanto en el plano narrativo como en el técnico. Galoe tiende a jugar con la fina linea entre la realidad y la ficción en este wester rural sobre los sueños y certezas de los niños protagonistas de esta Cañada Real llena de verdad. La película de Galoe termina resultando en cine rural con mayúsculas, un gran fresco de testimonios y tradiciones de estos ciudadanos. La cámara no cuenta con ningún prejuicio a la hora de filmarles, haciendo sentir al espectador como un mero voyeur dentro de esta historia. Incluso cayendo en los clichés de este tipo de historias, Galoe sale victorioso con una película cargada de belleza.

Her Heart Beats in its Cage, de Qin Xiaoyu

Es algo ya típico que dentro de la sección oficial del Festival de San Sebastián el encontrarnos con diferentes propuestas de origen asiático. Este año, más allá de la japonesa Sai: Disaster, también nos encontramos con una propuesta china: Her Heart Beats in it’s Cage, una cinta basada en hechos reales cuya protagonista es, a su vez, inspiración y voz de los hechos que acontecen. Tras asesinar a su marido en defensa propia y pasar un tiempo en prisión, Hong sale de la carcel con la intención de recuperar a su hijo y rehacer su vida junto a él. El juego que realiza con su actriz protagonista, Xiaohong Zhao, autora de los hechos reales que suceden en la cinta, es de los aspectos más interesantes de la cinta. Xiaohong se pone en la piel de su yo del pasado para regalarnos una interpretación muchas veces contenida que sorprende con el paso de su metraje. En este delicado juego entre la realidad y la ficción también resalta mucho la sencillez de su relato, no resultando particulamente ambiciosa pero realizando un trabajo notable en su dirección y guion. Ha terminado resultando en una de las pequeñas sorpresas dentro de la competición del festival.

Extraño río, de Jaume Claret Muxart

También desde otro festival de cine internacional, esta vez desde Venecia, nos llega una de las producciones españolas más esperadas del año. Jaume Claret Muxart presenta su primer largometraje dentro de la sección Zabaltegi-Tabakalera: Extraño río, que nos relata, además del viaje físico de una familia a través de Alemania, el viaje emocional y personal de un joven de 17 años en busca de ese primer amor. La cinta termina resultando en un perfecto cuento onírico sobre esas primeras veces, en una fantasía creada a partir de los deseos de libertad y enamoramiento de este joven. Extraño ríotermina resultando, paradójicamente, en ese río que fluye y abarca toda la historia, en esa trama amorosa que nos acompaña a lo largo del metraje y termina desembocando en un final tan precioso como apabullante. El guion sabe jugar con ese difuso límite real para regalarnos un poema audiovisual de lo más bello. En el apartado técnico, Claret Muxart firma, sin ningún tipo de duda, la cinta más fascinante y bonito de todo el festival, con una dirección cuidada a la par que destacable y concisa. Una de las mejores películas de este Zinemaldi.

Ballad of a Small Player, de Edward Berger

Llegamos finalment ea una de las cintas más esperadas dentro de la sección oficial. Edward Berger ya conquistó a la crítica (que no al palmarés) durante la pasada edición con su cinta Cónclave, película que más tarde resultaría en todo un éxito de taquilla. Tras esto, llega a este nuevo Festival de San Sebastián con su tercera película, Ballad of a Small Player o Maldita suerte (como será llamada en España). Esta nueva entrega dentro de la filmografía del director alemán resulta, tristemente, en su obra más decepcionante y poco inspirada de todo su trabajo. La cinta, protagonizada por un histriónico Colin Farrell en uno de sus papeles más desafortunados, nos habla sobre la caida en desgracia de un ludópata derrochador, que intenta mantener ese estilo de vida en un Hong Kong de lo más wongkarwaiano. La dirección de Berger, bien realizada y con un estilo hipnótico, intenta salvar un guion que no hay por donde cogerlo, repleto de momentos y tramas de dudosa calidad. Una historia floja realizada de forma medianamente notable y con unos protagonistas que, realmente, no saben en qué película se encuentran.

Jay Kelly, de Noah Baumbach

El affair entre Noah Baumbach y Netflix parece que sigue dando sus frutos. Tras el éxito de Historia de un matrimonio y el pseudo batacazo de White Noise, ahora Baumbach vuelve con una historia que no podía estar mejor protagonizada que por George Clooney: Jay Kelly, la historia de un actor maduro cuyo viaje para recibir un premio honorífico termina resultando en un viaje también personal para él. La nueva cinta del realizador estadounidense es toda una montaña rusa, una cinta irregular que por momentos parece que no termina de funcionar del todo debido a sus tramas y a la unión que establece entre ellas. Aún así, el carisma de Clooney vuelve a estar en primera linea, sacando una interpretación fascinante y una química brutal con su compañero Adam Sandler. Y con todo esto, lo más destacable de esta Jay Kelly es su temática y reflexión sobre la industria cinematográfica y el conflicto existente con la vida personal, siendo además todo un homenaje a la carrera del mismo George Clooney. Un análisis sobre las estrellas de Hollywood y sus ventajas y desventajes que termina resultando acertada cuando se pausa en su reflexión, y no cuanto intenta agradar al público con tramas cómicas sin destino.

Nuremberg, de James Vanderbilt

Volvemos a la sección oficial del festival con otra de las cintas más esperadas: el nuevo trabajo de James Vanderbilt en la dirección tras diez años dedicándose casi exclusivamente al guion. Nuremberg, cinta que retrata los famosos juicios a los altos cargos del nazismo tras la Segunda Guerra Mundial. La película cuenta de forma entretenida y medianamente bien todo lo que implicó los juicios de Nuremberg y el background de estos, pero eso no quita que por momentos el filme termine resultando demasiado largo para la historia que narra. Nurembergcuenta con una dirección aceptable y un guion que sabe ser entretenido y tener ritmo a la par que resulta reflexivo sobre el Holocausto y las consecuencias del mismo. A pesar de todo, lo que mejor funciona de toda la obra es su tramo final y su reparto, formado por un Russell Crowe que vuelve a funcionar con un personaje tan desagradable como jugoso y Leo Woodall, que terminar convirtiéndose en el alma de la película. Ambos sobrepasan con creces a un Rami Malek que, en su rol como protagonista y narrador de la historia, no termina de funcionar, pasándose de rosca en diversas ocasiones. 

Historias del buen valle, de José Luis Guerín

La programación del Festival de Cine de San Sebastián tiene un hueco guardado para varias de las mejores películas españolas del año, como hemos podido comprobar en otras crónicas de este festival. Una de las más esperadas en este ámbito era la nueva obra de José Luis Guerín, Historias del buen valle, un viaje a través de las historias y personas que habitan en el municipio de Vallbona, a las afueras de Barcelona. Tras casi 10 años desde su último largometraje, Guerín vuelve a regalarnos una obra en la que realidad no puede estar más viva. Anécdotas y recuerdos se entrelazan en esta cálida y divertida película que se transforma en un fantástico retrato del extrarradio catalán repleto de humanidad y emoción. Es todo un poema sobre el concepto de unión, de comunidad, de relaciones humanas y realismo. Manifestación artística en favor de la dignidad de todas esas personas y del barrio de Vallbona. Una cinta conmovedora que sabe como fusionar tanto el drama como la felicidad de vivir en determinadas condiciones. Una reflexión sobre el ayer y el ahora sin olvidarnos del futuro del barrio.

Vida privada, de Rebecca Zlotowski

Esta edición del festival comienza a llegar a su fin con la película que clausura la sección Perlak. Vida privada, dirigida por la cineasta francesa Rebecca Zlotowski, se presentó en el pasado Festival de Cannes dentro de la sección oficial Fuera de concurso. La cinta nos narra la historia de una psicóloga, interpretada por una fascinante Jodie Foster, que tras la muerte de una de sus pacientes debe recomponer las piezas del puzzle para descubrir su realmente se suicidó y fue asesinada. A pesar de su premisa detectivesca y algo cercana al thriller, la cinta no termina despertando esa pasión que sí que lo hacen las películas de este género. Intenta convertirse en un juego del ratón y el gato entre el personaje de Foster y la familia de la víctima, pero se queda a medio gas cuando más le hace falta a la cinta, finiquitando la trama con un final completamente desinflado. ¿Lo mejor? Las pinceladas que observamos de la relación entre esa psicóloga y su ex marido, convirtiéndose en el gag cómico de la película.

Cobre, de Nicolás Pereda

Los últimos días del festival suelen ser sinónimo de explorar las obras que podemos encontrar en las secciones paralelas de este Donostia Zinemaldia. Entre ellas tenemos la sección Horizontes Latinos, que es a donde pertenece la obra que ahora nos ataña. Cobre, película dirigida por Nicolás Pereda, nos habla sobre las relaciones familiares y la vida de un joven, de nombre Lázaro, cuyo mundo se tambalea tras descubrir un cadaver y comenzar a pensar que tiene una enfermedad respiratoria. Sus 79 minutos de metraje hacen que la cinta sea llevadera, mientras que su faceta realista casi la convierte en una ventana a la realidad de estas personas. Sin embargo, tal vez termine pasándose de minimalista, confundiendo al espectador acerca del verdadero objetivo de la obra y su reflexión. Incluso con este mínimo problema, puede llegar a resultar interesante su acercamiento a la vida de los protagonistas, a la violencia y a las relaciones que establecen.

Hiedra, de Ana Cristina Barragán

Otra de las películas pertenecientes a la sección de Horizontes Latinos ha sido ni más ni menos que Hiedra, de Ana Cristina Barragán. La cineasta ecuatoriana, que ya presentó esta cinta dentro de la sección Orizzonti del pasado Festival de Venecia, llega a San Sebastián con una historia sobre personajes heridos y reencuentros difíciles (sin hacer mucho spoiler) entre una chica, Azucena, y un grupo de jóvenes cuyo principal lider es Julio, un chaval de 16 años que vive en un orfanato. Hiedra, película enviada al Oscar por Ecuador, es una de esas cintas que se van cociendo a fuego lento, con imágenes y secuencias de gran belleza y alegría. Puede que ese minimalismo pueda resultar irritante en diferentes momentos del metraje, pero el aura de tensión que construye la directora a lo largo de toda la cinta entre sus dos protagonistas consigue atraer al espectador, dejándonos interesados sobre la verdadera naturaleza de su relación. Una grata sorpresa dentro del festival.

Die, my love, de Lynne Ramsey

La que ha sido la verdadera protagonista de esta 73ª edición del Festival de Cine de San Sebastián no ha sido Angelina Jolie. La actriz Jennifer Lawrence, que recibía el premio Donostia el pasado viernes 26 de septiembre y se convertía en la actriz más joven en recibir este galardón. Como acompañamiento se proyectó Die My Love, dirigida por Lynne Ramsay y que se estrenó dentro de la sección oficial del pasado Festival de Cannes. La cinta, si es algo, es todo un ejercicio de interpretación por parte de la actriz, quien realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera en esta película. La obra en sí resulta histriónica en varias ocasiones de su metraje, manteniendo un tono completamente loco a lo largo de las casi dos horas que dura. Algo irregular en su forma, pero completamente apetecible en su reflexión sobre la reflexión posparto y la insatisfacción sexual, ahondando en las consecuencias que puede tener esto para el personaje femenino que interpreta Lawrence. Robert Pattinson es el acompañamiento perfecto para esta loca pareja.

Frankenstein, de Guillermo del Toro

Llegamos a uno de los momentos más esperados por todos los espectadores que acuden al festival: la proyección de la película sorpresa, que este año no podía ser otra que la última obra de Guillermo del Toro, Frankenstein. Esta nueva reflexión sobre la figura del monstruo, el director mexicano pone su estilo visual y de dirección al servicio de una historia que le pega completamente. En general, podríamos estar ante una de las mejores cintas de los últimos años para Guillermo del Toro, una muy buena adaptación del famoso libro de Mary Shelley. Encuentro algunos problemas en lo que viene siendo la dirección de del Toro, que muchas veces se deja llevar por la emoción y lo blockbusteriano en vez de llevar una narración más pausada, dejando espacio a las reflexiones con las que cuenta esta historia. Esto se hace notar sobre todo en su primera hora, tras lo cual llegamos a una segunda parte en la que el filme crece por completo, acercándose más al cine de Robert Eggers. Oscar Isaac es un protagonista firme y notable, pero quién se roba completamente el show es Jacob Elordi con su interpretación del famoso monstruo de Frankenstein. 

La misteriosa mirada del flamenco, de Diego Céspedes

¿Qué mejor forma de cerrar este Festival de San Sebastián que con una obra perfecta para hacernos llorar a mareas y reír a carcajadas? Pues eso es lo que es La misteriosa mirada del flamenco, la cinta dirigida por Diego Céspedes que recibió el premio a mejor película en la sección Un Certain Regard del último festival de Cannes. La película, que representará a Chile en la próxima edición de los Oscar, es una reflexión tan preciosa como triste sobre el papel del colectivo LGTBIQ+ (y concretamente del colectivo trans) durante la crisis del SIDA a principios de los años 80. Céspedes sabe perfectamente como tocarnos el corazoncito con una historia cargada de personajes, de humor a la par que realismo, metiéndonos de lleno en los dolores y amoríos de sus protagonistas. Una muy buena ópera prima que sabe fusionar diferentes géneros como el coming-of-age o el western sin perder nunca esa esencia que hace que la película sea una muy