'Un Efecto Óptico': Cuestión de perspectiva

'Un Efecto Óptico': Cuestión de perspectiva

4 Butacas de 5

Cada vez que uno vuelve de un viaje familiar, de amigos o de trabajo, tiende a disfrutar de una expresión que nos hace sentir con los pies en la tierra: como en casa en ningún sitio. Esto es así, en China, Inglaterra o Burgos. Una llegada al paraíso diario que comienza en el preciso instante que vamos de vuelta en el avión o en tren. Claro que al igual que en la vida, todo dependerá del prisma con el que afrontemos los trayectos.

Un Efecto Óptico es la nueva maravilla de Juan Cavestany (Vergüenza, Vota Juan). Una película tan surrealista como real y tan juguetona como reflexiva. El guionista y cineasta nos propone un viaje temporal, emocional, dramático y asfixiante por momentos a través de Carmen Machi y Pepón Nieto. Los intérpretes encarnan a una pareja de Burgos que decide viajar hasta Nueva York, la gran ciudad en la que todo es tan abismal como el propio abismo en el que se encuentran sus vidas.

Cavestany construye una fábula en la que toca diferentes tópicos: desde la clase turista que llega a las grandes urbes, la percepción que tenemos de la vida y nuestros recuerdos. Una memoria que se repite a medida que los años pasan, que el reloj sigue avanzando en el tiempo y en el que muchas veces nos sentimos perdidos, extrañados…pero vivos.

La película además es una mezcla excepcional de géneros en la que comenzamos viviendo una comedia surrealista, hasta sentirnos por momentos atrapados en un bucle temporal propio de cualquier maestro de la ciencia ficción. Pepón Nieto y Carmen Machi están excepcionales, creíbles, naturales y completamente rendidos a una historia que desmonta cualquier crisis personal que podamos vivir. Nos mantiene arrinconados en el asiento tratando de comprender la monotonía de nuestro día a día.

El bucle temporal en el que está atrapado la pareja protagonista evoluciona a medida que sus sentimientos reaccionan ante la rareza de lo que acontece. Esto sirve para que se cree una empatía entre el espectador, quizás al más inmaduro que se siente a verla le costará entrar, pero es un envite para disfrutar de ella, de la reacción que pueda provocar y de una reflexión que a cualquier ser humano le pasa en su propia monotonía.

Otro aspecto juguetón del largometraje es el de rebuscar en el fondo de nuestra alma el sentimiento de culpa, el de haber dejado ciertas cosas de lado o a personas, y que cuando estamos volando sobre las nubes, se nos pasan por nuestra cabeza como un recuerdo de felicidad y alegría.

Un Efecto Óptico es una delicia que no dejará indiferente a nadie, en la que nada es lo que parece, como Burgos y Nueva York o un perrito caliente y un plato de cocido, aunque cuando lo pruebas, todo te sabe tan bueno a como lo tomabas en casa.