'Spagat': El desarraigo de las esperanzas

'Spagat': El desarraigo de las esperanzas

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¿Cuántas veces nos hemos lamentado de aquello que pretendíamos hacer bien para acabar haciendo daño? La doble moral con la que actuamos en la sociedad hoy en día sale a relucir en Spagat, la ópera prima de Christian Johannes Koch y que se ha presentado en el Festival de San Sebastián.

El cineasta estrena una ópera prima con tintes dramáticos y muy actuales, convergiendo en una crítica al individuo en el sistema. Inmigración ilegal, egoísmo, deseos y sueños rotos, la película ofrece una historia en un principio simple, pero acaba rebuscando en la herida de nuestra moral.

Marina (Rachel Braunschweig) es una profesora casada que mantiene una relación extra matrimonial con Aram (Aleksey Serebryakov) un inmigrante ilegal que trabaja de sol a sol para sacar adelante a su hija, una adolescente con una gran capacidad para la gimnasia rítmica y que busca la esperanza en una sociedad con demasiados prejuicios raciales.

El miedo a ser descubiertos, el propio consumo de nuestro placer a costa de ayudar a los demás, la falta de coberturas sociales y médicas, además de las ansias por encontrar un lugar mejor para nosotros, son algunas de las propuestas que ofrece en su trama una película que pese a hacerse larga en algunos transcursos, ofrece un recital de magnificas interpretaciones además de una sublime dirección de su director. Un largometraje que pese a significar la ópera prima del cineasta se nota su buen gusto y dedicación por la historia.

Marina representa esa doble moral en la que pese a que estemos actuando mal con quien más nos quieren, hacemos el bien por ayudar a otros más necesitados a costa del daño que hagamos a nuestra familia. Una película con buen gusto y que sirve para concienciarnos del daño que muchas veces hacemos sin mirarnos o entendernos. También pone el foco sobre los prejuicios raciales que tengamos sobre los demás cuando esas personas vienen a buscar un futuro mejor del que huyen y temen a cualquier persona que se les acerca.

La relación padre e hija es sin duda la mejor llevada en el film. Mientras el padre trata de proteger a su hija para que no haya problemas en su situación, ella aspira a poder competir en lo que mejor se le da: la gimnasia. Aquí entra también la doble moral de nuestros hijos, conscientes de nuestra situación ilegal y que se imponen ellos mismos barreras para no hacer realidad esos sueños que alienten esperanza para ellos y los suyos.

Una notable apuesta para quienes quieran escarbar en un drama social y actual además de mirar nuestra propia vida a la hora de medir la doble moral.