'Mandíbulas': Cuando lo absurdo cobra sentido

'Mandíbulas': Cuando lo absurdo cobra sentido

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¿Cuántas veces nos hemos imaginado situaciones surrealistas que nos han hecho tanta gracia que no hemos parado de reír? Lo absurdo de nuestras vidas, lo que para muchos puede carecer de sentido, para nosotros es el punto de partida racional que nos mantiene con los pies en la tierra. Una línea de salida que por más absurda que sea, para nosotros es el comienzo de lo que puede ser un futuro alentador del que poder subsistir.

¿Por qué la tostada se cae siempre por el lado de la mantequilla? ¿Por qué cuando estamos comiendo una tostada aparece una mosca y nos invade nuestro momento de paz? Son cuestiones que nos molestan, pero dentro de lo absurda que son, todo tiene sentido e incluso su gracia.

Dentro de este universo de lo absurdo se encuentra Quentin Dupieux (Rubber, Steak) con su nueva película Mandíbulas (Mandibles) un ejercicio de libertad cinematográfica en el que una historia libre, carente de sentido inicial es de lo más inspiradora y brillante que se puede disfrutar este año. La historia de dos tipos sin futuro ninguno que viajan en coche junto a una mosca gigante, un insecto que se pega a todo lo dulce como la vida o en este caso al propio estiércol de la sociedad.

Dos vividores encarnados perfectamente por Grégoire Ludig, David Marsais que nos recuerdan a esas interpretaciones vistas como en Dos en la carretera, Vaya par de Idiotas e incluso Dos Tontos muy Tontos. Ambos se embarcan en una aventura en la que su único objetivo es amaestrar a la mosca para convertirla en una atracción y poder vivir de ella.

Su retrato bien puede parecerse al de dos caraduras, dos ‘ninis’ pero con la inteligencia de una sociedad que, aunque les haya abandonado como a un residuo, sabrán sacarle partido a su caradura.

Una película inspiradora, divertidísima, descarada y optimista, porque en estos tiempos tan duros se agradece el encontrar una salida a la oscuridad en la que estamos sumergidos y de la que incluso no podemos escapar volando.

A pesar de que la mosca sea lo más estrambótico del film, el mejor ingrediente interpretativo de la película lo pone Adèle Exarchopoulos (La Vida de Adéle) con un personaje surrealista, irritante y absolutamente acertado en el panorama que pinta Dupieux. Un rol que saca de quicio por momento debido al problema vocal que tiene su personaje pero que es la gran sensación de parte de la historia.

Mandíbulas es un bocado inspirador al universo de lo absurdo encontrando sentido a una película que es sin duda una de las sorpresas más gratificantes del año.