'Regreso a Hope Gap': Final de amores

'Regreso a Hope Gap': Final de amores

3´5 Butacas de 5

Grace y Edward se casaron hace 29 años. Sin embargo, William Nicholson, director de Regreso a Hope Gap, nos niega a los espectadores el placer de ver los tiempos pasados -y, ojalá, felices- de un matrimonio de avanzada edad que termina por romperse casi tres décadas después del “sí, quiero”. Algo parecido ocurría en Historia de un matrimonio, pero más allá de esto poco tienen que ver ambas películas, pese a tener el final de un matrimonio como epicentro narrativo.

En esta ocasión, él decide dejarla a ella porque, después de tantos años, cree haberse enamorado de otra mujer. Lo que podría parecer un argumento propio de una comedia romántica o drama de sobremesa termina por convertirse en un interesante estudio sobre qué es el amor y la forma mediante la que cada persona lo percibe. Él cree estar atrapado en un matrimonio muerto; ella, por el contrario, se considera una mujer feliz. Sin embargo, con el hecho de una separación puesta sobre la mesa, cada uno se verá obligado a rehacer su vida. En mitad de todo el embrollo se encuentra Jamie, hijo de la pareja ya adulto que viaja a casa de sus padres para actuar como mediador entre ellos.

De naturaleza algo tragicómica, la película posee la admirable capacidad de hacer reír al espectador ante una situación tan complicada, aunque bajo el punto de vista de este redactor resulta algo innecesario en una historia que podría ser más trágica de lo que es, especialmente cuando usa de forma frecuente los impresionantes acantilados de Hope Gap como recuerdo y final de una felicidad aparentemente pasajera.

Sin embargo, donde la película acierta de lleno es en sus dos protagonistas: Bill Nighy (Love Actually) y Annette Bening (American Beauty) brillan en cada una de sus escenas conjuntas, otorgando dos de las mejores interpretaciones de su carrera, que poseen la anómala virtud del dramatismo más contenido frente a la exageración. Y con este elemento como baza principal, el director se encarga de una puesta en escena pulcra al servicio de sus dos protagonistas y de un buen guion; sin alardes ni excesos.

Estamos sin duda ante una de las cintas más interesantes del año, poseedora de cierta teatralidad en el mejor sentido, con dos portentosas interpretaciones al servicio de un guion certero que trata, de la mejor forma posible, un tema irremediablemente real y amargo.