'Las Brujas': Dulce Veneno

'Las Brujas': Dulce Veneno

3 Butacas de 5

A lo largo de la Historia del cine, han pasado muchas adaptaciones (algunas emblemáticas) de las novelas de Roald Dahl por la gran pantalla. Charlie y la fábrica de Chocolate de Tim Burton, Matilda de Danny DeVitto, Fantástico Sr. Fox de Wes Anderson, Mi amigo el gigante de Steven Spielberg… Muchos directores de renombre han querido revisitar, con mayor o menor acierto, los cuentos del escritor galés, impregnando cada uno de ellos su sello personal a la obra. Esta vez, Robert Zemeckis se pone el mono de trabajo y nos regala su particular visión de The Witches, cinta que habrá disfrutado realizando a buen seguro, puesto que el cineasta estadounidense tiene acostumbrado llevar a cabo adaptaciones de género fantástico para toda la familia, véase Cuento de Navidad o Polar Express.

En primer lugar, hay que decir, para no ilusionar al más amante y fiel espectador de Zemeckis, que estamos hablando de una obra menor dentro de la filmografía del director; no obstante, tiene un toque encantador que atrapará y encandilará al público, ya sea bien por su seductora ambientación o por su repugnancia visual (en el buen sentido de la palabra). Y es que algunos de los factores más plausibles de esta producción son el maquillaje y la caracterización de los personajes, que a más de uno les resultará repulsivo a la par que deforme. Lo que sería en la mayoría de las veces una debilidad, en esta ocasión es una virtud, pues si unas brujas no te provocan aversión, es que algo están haciendo mal, y no nos engañemos: lo que el respetable desea ver por estas fechas tan significativas del año es ese lado desagradable propio de los estrenos de Halloween. Aunque una cosa es cierta: no estamos ante una película de terror al uso.

El gran fallo de este título es la excesiva y alargada presentación de la historia, obteniendo a causa de ello un atolondrado y precipitado desenlace. Al comienzo disfrutamos de momentos entre abuela (Spencer) y nieto (Bruno) bastantes simpáticos y afables con los que el público se deleitará al escuchar temas tan clásicos como Reach Out I´ll Be There de Four Tops, (Sittin’ On) the Dock of the Bay de Otis Redding o We Are Family de Samantha Jade, trasladándonos a esos años 60 y 70 que a un servidor le hubiese gustado vivir. Una vez que los personajes de Bruno y Spencer se alojan en un lujoso hotel de la costa, surge la magia y la chispa del filme, haciendo que el espectáculo brille y cobre vida; una lástima que no se aprovechen los elementos mágicos en su totalidad, creando una expectación que se torna pobre debido a su agridulce desenlace.

En cuanto a las actuaciones, destacar a una Anne Hathaway desatada que se aleja de sus interpretaciones más usuales, apartándose así de su faceta dramática humanista y acercándose a su lado más terrorífico. Por otra parte, nos encontramos con una exagerada (incluso divertida) Octavia Spencer, cuya interpretación va acorde con el producto fabricado. Y dentro de unos correctos infantes en pantalla, a este servidor le gustaría destacar al niño glotón encarnado por el joven actor Codie-Lei Eastick, que a cualquier espectador que se precie le recordará a Augustus Gloop, ese emblemático personaje rechoncho de Charlie y la fábrica de chocolate.

En conclusión, para el que escribe estas líneas, Las Brujas es un caramelo dulce pero envenenado que podrá degustar toda la familia en Halloween sin atragantarse. No caigais en la tramposa ratonera y no vayáis con la intención de pasar miedo en las salas; aquí lo terrorífico se encuentra en la caracterización de sus personajes. Un hechizo tan encantador como fugaz.