'Nasdrovia': El irresistible sabor de la Madre Patria

'Nasdrovia': El irresistible sabor de la Madre Patria

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El único conocimiento absoluto que puede alcanzar el hombre, es que la vida no tiene sentido, afirmaba Tolstoi en una de sus muchas frases célebres. Una de las figuras más importantes de la literatura rusa y que ha enriquecido tanto la cultura internacional. Es evidente que hasta el propio escritor ruso tuvo su propia crisis de los 40, ese momento en el que nos levantamos cada mañana como si nada tuviera sentido y fuéramos simples máquinas que hacen sus actividades diarias, viven la vida como si nada hasta que un chispazo en nuestro ser interior nos propone salir hacia delante.

Dentro de lo absurdo de la vida, encontramos cosas que para nosotros tienen sentido, nos hacen reír, disfrutar y se convierten en proyectos nuevos que cierran una herida depresiva que nos amarra en la monotonía.  Ese dolor, ese sufrimiento, se desinfecta mucho mejor a base de comedia.

Nasdrovia es el desmoronamiento de la llamada crisis de los 40, a través de la comedia y el thriller, en una trepidante serie que sube la calidad de su historia como si el propio vodka se bebiera. El nuevo trabajo de Movistar + junto a Globomedia y The Mediapro Studio, no es una simple sátira, es el retrato de quienes hemos sido y queremos ser en esta vida. Aceptar nuevos proyectos para dar sentido a nuestro día a día o al de otros que necesitan sobreponerse.

Protagonizada por Leonor Watling, Hugo Silva y Luis Bermejo, la serie bebe de la novela de Sergio Sarria El hombre que odiaba a Paulo Coelho, un libro que ahonda en la culpa de un par de abogados sin escrúpulos a la hora de defender a quien sea, pero que en el fondo necesitan encontrar su propio lugar para resarcirse. Leonor Watling y Hugo Silva son esos juristas, divorciados y admiradores de la Madre Patria Rusa que siempre han soñado con hacer algo nuevo, un paso que deciden dar cuando conocen a Franky (Luis Bermejo) un cocinero experto en la comida rusa al que deciden apoyar con la apertura del restaurante Nasdrovia. Pero como toda matrioska (muñeca rusa), la serie esconde diferentes capas en su historia y personajes.

Comedia negra y thriller se abrazan en un disparatado proyecto que hará las delicias de cualquiera que se quiera contagiar de un vodka que no emborracha, pero que sí ofrece placer al espectador. Cinismo, mala leche, irreverencia y una dirección majestuosa son los ingredientes de un proyecto que brilla como el ansiado diamante que los propios mafiosos ansían con tener en sus vidas. Personalmente Marc Vigil es uno de los mejores cineasta que tenemos actualmente junto a Álex Rodrigo. Vigil, además nos regala algunas pinceladas de corrupción en algunos personajes que pululan en varias escenas como el humo de un buen puro.

Uno de los aspectos más positivos y originales que tiene el proyecto, es el romper la cuarta pared con el espectador, haciendo que la narración de Leonor Watling con el espectador empatice de mejor manera y siendo mucho más disfrutable en su conjunto. La actriz hila finamente su personaje, siendo un personaje elegante, carismático y apoyado perfectamente por la ingenuidad de un Hugo Silva que conjuga de manera brillante.

Lo clásico y lo contemporáneo, la elegancia y la irreverencia, todo forma parte de una receta de cocina que se cuece a fuego lento y en el que su ingrediente final es el grupo de mafiosos rusos que son un auténtico descubrimiento. Anton Yakovlev, Kevin Brand, Yan Tual y Michael John Treanor, sin olvidar a Mark Ivanir, uno de los mejores intérpretes ucranianos que hay actualmente y que nos regala además un personaje muy divertido y entrañable. Todos forman el pentágono perfecto de lo absurdo de la mafia rusa. Ese universo del que hablaba Tolstoi cuando se refería a que la ambición no hermana bien con la bondad, sino con el orgullo, la astucia y la crueldad. Porque aquí los mafiosos no son solamente crueles, son seres humanos, divertidos y el engranaje perfecto de una serie que es un disfrute para pasar una tarde deliciosa con la compañía de unos buenos chupitos de vodka.