'Nuestros mejores años': Amistad a través del tiempo (y el metraje)

'Nuestros mejores años': Amistad a través del tiempo (y el metraje)

3´5 Butacas de 5

Hay ciertas películas que siempre me han llamado muchísimo la atención: esas que cuentan historias que abarcan una gran cantidad de tiempo, historias como la nuestra, con las que podemos empatizar e incluso vernos reflejados en ellas. Cintas como Boyhood, El árbol de la vida o la trilogía de Antes de… son claros ejemplos de historias que, gracias a la utilización del tiempo y a una construcción de personajes ejemplar, logran enganchar al público. Si te gustan este tipo de películas, tal vez puedas engancharte a la nueva obra de Gabriele Muccino (Siete almas, En busca de la felicidad), quien vuelve a la gran pantalla con Nuestros mejores años.

Nuestros mejores años nos sitúa inicialmente en un pequeño pueblo de Italia, durante los años 80. Ahí nos encontramos con cuatro amigos: Giulio, Gemma, Paolo y Riccardo. Son alocados, irresponsables, y no piensan en las consecuencias de sus actos. Simplemente viven el momento. Sin embargo, según vayan creciendo y convirtiéndose en adultos, se darán cuenta de que la vida no es un camino de rosas, al mismo tiempo que serán testigos de una transformación cultural e histórica en la historia del país.

A Muccino hay que alabarle una cosa en particular: tiene un talento extraordinario para convertir un producto tan particular de extremada duración en un entretenimiento increíblemente llevadero. El director italiano utiliza la nostalgia y la historia de su país para llevarnos a través de la vida de estos personajes, que van cambiando al mismo tiempo que el mundo en el que viven: de manera frenética y errática. A pesar de que su extremado metraje hace que se resiente el ritmo de la historia, Nuestros mejores años engancha sin lugar a dudas.

Como he comentado al inicio, tengo una particular predilección por historias como estas. Es por eso que quiero destacar su premisa: contar una historia tan ambiciosa y con cuatros personajes tan carismáticos y definidos es muy complicado. Me encanta su historia base (más incluso que su evolución) y me interesa muchísimo su particular reflexión sobre la amistad a lo largo del tiempo. Puede que la manera de realizarla (a través de elipsis tan chocantes y alguna que otra trama sin cerrar) no sea la mejor, pero hay que reconocer que es una gran reflexión.

La ejecución de la historia y su dirección por parte de Muccino tiene altos y bajos. Por un lado, comprendes y entiendes la maravillosa propuesta del director, incluso tienes momentos de lucidez y gran emoción. Por otro lado, no puedes dejar de pensar en el potencial desperdiciado que tiene la historia. A veces ejecuta de manera pobre ciertas tramas y escenas, dando lugar a que la historia pierda fuerza, muchas veces no llegue a encajar del todo, y el público pierda interés. Nuestros mejores años no es perfecta, pero tampoco es de lo peor que hemos visto en la cartelera.

Hay que reconocer que la construcción de personajes está magníficamente bien hecha. Cada uno de los protagonistas es diferente, interesante individualmente, y con una gran historia detrás. A través de estos amigos descubrimos todo tipo de clases sociales, situaciones y tragedias que harán que nos encariñemos de ellos y empaticemos con sus historias.

Dejando eso atrás, en el guion encontramos un problema importante: su ambición. Quiere abarcar una historia muy grande, contarlo todo, y no dejarse nada en el tintero. Ni con las dos horas y media que dura la cinta se consigue tratar en profundidad y de manera justa la historia de estos amigos. Algunos elementos no quedan bien explicados e incluso se dan por hecho, lo cual hace que el espectador salga de la historia.

Eso sí, menudo plantel de actorazos tiene Nuestros mejores años. Hay que reconocer que los cuatro sacan adelante sus papeles de una manera ejemplar. Sobre todo, me gustaría destacar el trabajo de dos de ellos: primero, la trágica y tremenda interpretación de Kim Rossi Stuart, quien con su Paolo nos deja al mejor personaje de la película. Por otro lado, Pierfrancesco Favino logra regalarnos un Giulio lleno de taras, dándonos uno de los personajes más complejos de la película. Unas interpretaciones brillantes.

En conclusión, Nuestros mejores años es una película imperfecta pero cargada de buenas ideas. A través de la historia de Italia nos encontramos con la historia de estos cuatro amigos, que nos presentan una reflexión brillante sobre la amistad y el paso del tiempo. A pesar de tener varios aspectos que restan valor a la película y la empeoran, como su excesivo metraje o su falta de capacidad para abarcar todo este interesante material, hay que decir que termina resultando una cinta reconfortante y con la que se pasa un buen rato. Kim Rossi Stuart y Pierfrancesco Favino lideran un reparto tremendamente bueno.