'Wendy': magia embotellada

'Wendy': magia embotellada

4´5 Butacas de 5

¿Cuántas veces los adultos hemos deseado volver atrás? Que alguien nos venga a buscar con una sonrisa y nos lleve al sitio dónde nuestro niño interior pueda corretear a los cuatro vientos. Algo muy parecido es esta película, dónde encontraremos un pasaje de primera clase al País de Nunca Jamás.

Es la historia de Wendy, una niña perdida en una isla misteriosa donde el tiempo y el envejecimiento se han detenido. Wendy deberá luchar para salvar a su familia, su libertad y al espíritu alegre de la juventud del peligro mortal de crecer. Esta es la primera capa de esta rareza cinematográfica en forma de cuento. La historia de Peter Pan y los niños perdidos vuelve una vez más a la pantalla en esta salvaje y mágica versión.

Este film cargado de magia no escatima en lanzar mensajes para grandes y pequeños; la necesidad de sentirse querido por una madre, las consecuencias de los actos, los sueños perdidos, la magia del mundo, la fantasía de la aventura y la aceptación de que crecer no es tan terrible como todo el mundo cree. Todo ello se nos explica a lo largo de una historia vivida por los ojos curiosos de un niño.

Sin duda es un film de fantasía, pero, sobre todo, de aventuras. El mensaje inicial está claro: hay que atreverse a ir siempre más allá, a correr riesgos, a ir hasta lo desconocido, al menos, mientras seas un niño. Para ello, la película juega continuamente con el espectador a cruzar la frontera entre la cruda realidad y la magia de cuento. La entrada de los niños al País de Nunca Jamás conllevo un desdoblamiento de la realidad enorme, donde el filo que separa realidad, tiempo, fantasía, tristeza y alegría es tan fino que nunca vamos a saber cuándo la estamos cruzando.

Siempre es interesante poner a un elenco infantil tan grande y en un punto de vista tan central, pero no hay duda de que ha sido un gran acierto. Todos brillan, no hay interpretaciones que chirríen o te saquen de la trama porque, en este cuento árido, a veces incómodo, que es Wendy, los niños no son actores profesionales, solo son niños viviendo una fantasía. Dentro de una historia tan poco realista, los personajes convencen al espectador hasta el punto de hacer creer que las decisiones que toman los niños son las mismas que ellos pueden tomar.

En conclusión, al margen de una estética maravillosa y un reparto más que adecuado, Wendy ofrece al espectador un viaje increíble dónde realmente hace posible lo imposible. Sencilla, vibrante, en ocasiones, desaliñada pero nunca aburrida, se trata de una película para deleitarse y dejarse llevar por el niño que todos llevamos dentro.