'Manual de la buena esposa': Un mensaje de libertad necesario para construir un futuro basado en la igualdad

'Manual de la buena esposa': Un mensaje de libertad necesario para construir un futuro basado en la igualdad

3´5 Butacas de 5

Sin lugar a dudas el 2020 ha sido un año complicado en muchos aspectos, entre ellos para el ámbito cinematográfico. Por suerte, los amantes del cine parece que empezamos a divisar un poco de luz y esperanza, pues pronto las salas de cine podrán albergar mucho más público con la total seguridad y la higiene sanitaria que lleva ofreciendo todo este tiempo. Por tanto, pronto podremos maravillarnos o indignarnos con un montón de producciones que sin duda harán de nuestra vida algo diferente.

Pero antes de mirar al futuro y como nos sentiremos libres al entrar a una sala de cine podríamos pensar en lo diferente que era el concepto de libertad en el pasado, me refiero al papel de la mujer en los años 60, pues como sabemos, el papel de la mujer se ha visto relegado a un segundo plano durante mucho tiempo. ¿Dónde empieza el cambio?, no podemos saberlo exactamente, pero gracias a Manual de la buena esposa podemos percibir un cambio de mentalidad y una actitud de liberación y justicia entre iguales por parte de la mujer.

El film, dirigido por Martin Provost cuenta la historia de Paulette Van Der Beck, interpretada magistralmente por Juliette Binoche (Chocolat, El paciente inglés), quien durante mayo de 1968 dirige junto a su marido, Robert una escuela para amas de casa que tiene como misión formar a adolescentes para convertirlas en las esposas perfectas. Tras la repentina muerte de su marido, Paulette debe afrontar la bancarrota de la escuela y comienza a cuestionarse sus creencias. Con su primer amor André, y la ayuda de su hermanastra Gilberte y la monja Marie-Thérèse, Paulette une fuerzas con sus alumnas para superar su estado de supresión y convertirse en mujeres liberadas.

La película a grandes rasgos resulta entretenida y desde luego tiene un ritmo constante con el que resulta muy difícil aburrirse. Las interpretaciones son muy favorables, espacialmente la de su actriz protagonista Juliette Binoche y la de las cuatro jóvenes protagonistas que aportan una visión bastante alentadora del cambio hacia una sociedad más equilibrada intercalada con momentos y cuestiones muy propios de las adolescentes de la época.

 Algunos de los personajes me parecen muy interesantes, en especial Gilberte, una mujer que a mi parecer siempre quiso sentirse más libre y no teme en demostrarlo. El personaje de André complementa por completo a Paulette tanto en ideología como en la búsqueda de experiencias. Todo lo contrario, sucede con los personajes (también muy interesantes) de Marie-Thérèse y Robert que son rectos y cuadriculados.

La película me ha gustado en su inmensa mayoría, pues logra establecerse como una película coral, con una ejecución en la mayoría de sus tramas muy interesante. No obstante, considero que las subtramas quedan opacadas en la última parte del film fallando en el desarrollo de las mismas sin llegar a desembocar en nada. El final aporta un cierre agridulce con un mensaje bastante coherente pero mal ejecutado.

Esto no quiere decir que la película sea mala, en absoluto. El film resulta una experiencia entretenida y enriquecedora muy disfrutable y recomendable para visitar y apoyar al séptimo arte que tanto amamos.