La Dolce Vita de Fellini

La Dolce Vita de Fellini

3´5 Butacas de 5

Si este 2020 hubiera sido un año usual, el pasado mayo se hubiese celebrado el certamen más prestigioso del séptimo arte: el Festival de Cannes. En él, dentro de la sección oficial, se podrían haber disfrutado de grandes y numerosos títulos, entre los cuales, se encontraría el último trabajo de Selma Dell`Olio: Fellini de los espíritus, siendo este el segundo documental del cineasta italiano, un documental hecho con admiración y respeto hacia una de las figuras fílmicas más icónicas y representativas de la posguerra en su país en particular y en el mundo en general.

El espectador puede enfrentarse a diversos tipos de documentales: a uno más ficcional, aunque sin alejarse de la realidad, con uno o varios protagonistas que viven una historia y quienes tendrán que afrontar y desafiar una serie de problemáticas y situaciones inesperadas; y otros más a modo de entrevista. En el título que nos concierne, nos encontraríamos con lo segundo: personalidades cercanas al director italiano y algunos profesionales de la industria cinematográfica rememoran al maestro Don Federico Fellini con declaraciones acerca de su vida, acompañadas de documentos gráficos impagables y fragmentos de sus más gloriosos filmes.

Al haber optado por una propuesta tan esquemática, puede verse afectada la fluidez con la que transcurre su contenido, y es que monotonía y uniformidad son los sustantivos que más se adecuan a la hora de definir la elaboración de esta producción. No obstante, como diría el mismísimo Fellini, uno, al emprender un viaje, sabe cuál va a ser el origen y el destino, pero lo que sucede durante el trayecto es inimaginable y es lo que, finalmente, da significado a tal travesía. Pues es esto mismo lo que le sucede al largometraje que nos ocupa: por mucho que sepas cómo se va a llevar a cabo, su admirable contenido es el auténtico regalo para el respetable seguidor del cineasta romano y es lo que da sentido a la obra.

Nada más comenzar, escuchamos una cantinela que hace recordar a una de las etapas más vitales de nuestra infancia, concretamente cuando solíamos visitar algún que otro circo (no hay que olvidar que Fellini a los 8 años huyó de su casa y acabó alojándose en un circo), y a continuación, antes de que podamos percibir que dicha sinfonía haya concluido, se nos sitúa en el funeral de la figura protagonista (es curioso que el comienzo del viaje del documental sea el final del viaje de Fellini). A raíz de esto, nos encontraremos con anécdotas contadas por amigos, personalidades que han trabajado con “Il Maestro” y filmmakers de renombre como Terry Gilliam o Damien Chazelle, podremos contemplar numerosas entrevistas ofrecidas por Federico en muchas partes del mundo (entre ellas, algunas llevadas a cabo aquí en España), y seremos capaces de percibir la complementación que había entre los aspectos más inquietantes presentes en la “dolce vita” de Fellini, como lo eran la filosofía, las emociones, los sentimientos, el onirismo y lo místico, con los temas que trataba en su filmografía. Hay que decir que se nos relata el mundo cotidiano del artista italiano de una forma algo superflua, aunque también hay que dejar claro una cosa: el fan de Fellini quedará satisfecho tras el visionado.

En definitiva, para el que escribe estas líneas, Fellini de los espíritus es un interesante documental en el que a través de los testimonios de figuras icónicas y cercanas al cineasta italiano se proyecta el viaje de Fellini; un viaje espiritual, onírico, fílmico y oculto. Una manera correcta y, en parte, eficaz de redescubrir a “Il Maestro”. Puede que no vaya a ser la mejor obra que veamos sobre el que fuese el director de Amarcord, pero uno sale del cine con una gustosa y placentera emoción de haber visto documentos que difícilmente vayamos a poder volver a presenciar. Cuando termina la proyección uno ama más a Fellini y, finalmente, la sensación es que el viaje ha merecido la pena.