'Una veterinaria en la Borgoña': Reconectar con la ilusión de un niño

'Una veterinaria en la Borgoña': Reconectar con la ilusión de un niño

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La película de Julie Manoukian muestra, a través de la dulzura de sus planos, una bella historia rural. Una historia sobre la naturaleza y el necesario viaje interior de sus protagonistas. Este filme enfrenta a sus personajes con sus pensamientos y expectativas a la vez que los envuelve en una situación de constante alerta. La transformación que viven es una cuya evolución se observa en las pequeñas y grandes acciones del día a día.

En muchas obras, los personajes necesitan de un momento de silencio, un paréntesis en la acción para plantearse el siguiente movimiento. Pero para Alexandra, la nueva veterinaria del pueblo, no hay más que situaciones impredecibles, llamadas de urgencias y toda una comunidad esperando su atención. Su historia comienza con un pequeño engaño de su tío. Atraída hacia el corazón de la Borgoña y a punto de darse la vuelta, Alexandra conecta otra vez con su infancia y su pasión y decide aceptar el reto que será ayudar a Nico, el último veterinario de la zona, en la asistencia de las mascotas y ganado del pueblo. En esta situación, las decisiones de la protagonista deben ser rápidas, pero lo cierto es que el filme deja muy poco espacio para observar y comprender sus reflexiones. Así, el comienzo de esta historia se nota un poco forzado, aunque con el pasar de los minutos el filme permitirá conocer mejor a su protagonista.

Alexandra es una joven con pocas habilidades sociales, su forma de ser puede llegar a ser desagradable, quizás demasiado directa, pero lo cierto es que demuestra esfuerzo y buenas intenciones en cada una de sus acciones. La vida en París le ha preparado muy poco para las costumbres rurales y sus estudios no parecen haberle ayudado a mantener la clama ante la sangre. No obstante, su transformación comienza precisamente aquí. A través de una niña, que recuerda mucho a la Alexandra del pasado, la protagonista comienza a acercarse a la cálida comunidad del pueblo. La niña es un personaje sin prejuicios ni expectativas, su inocencia canaliza la inexperiencia de Alexandra. Para acercarse a los pueblerinos debe hacer frente, no solo a sus propias barreras, sino también al constante juicio de los personajes que la menosprecian por ser joven y mujer. Un conflicto rural que, curiosamente, es resuelto a través del juego y la bebida.

Los animales juegan un enorme papel en el transcurso de su historia y, junto al adorable roedor de la protagonista, la imagen de un zorro aparece una y otra vez marcando los grandes giros del relato: La oportunidad, el amor y la reconciliación con su infancia. Una bella forma de representar su transformación y de aportar un toque mágico a un relato, aparentemente, tan cotidiano. Otro elemento que enriquece esta historia es, como he mencionado, el amor. Sin embargo, se queda lejos de ser el caudaloso canal de emociones que podría haber sido y se queda en una historia llena de detalles dulces, pero a la que le falta mucha química.

El viaje emocional que relata Una veterinaria en la Borgoña es uno de superación y reconciliación. Muestra en sus imágenes el valor de lo emocional y el desarrollo personal. Alexandra debe aspirar a lo que le hace feliz, a lo que le llena, y no al reconocimiento, los títulos y el estatus que tan llamativos aparentan. La recompensa de un veterinario rural es, sobre todo, el reconocimiento de aquellos a los que quieres. Pero no hay recompensa sin sacrificio y, para Nico, el trabajo se ha convertido en la máxima prioridad. Carga con una enorme responsabilidad y, a la vez que lucha por mantener con vida el pueblo, teme no poder con las peticiones de todos sus clientes. En medio de una crisis económica y familiar, la transformación de este personaje se centra en la necesidad de descanso y la confianza de que otro podrá ayudarle cuando él lo necesite.

El largometraje habla de la realización personal, la familia, el sacrificio y la atención a uno mismo, un bello mensaje que, en su forma, sitúa a los veterinarios en papeles de héroes que se alejan de los lujos y las comodidades para aportar su grano de arena en la comunidad rural. Una imagen idealizada pero que cumple su cometido en la historia, dar visibilidad a aquellos que han optado por este duro trabajo de resultados gratificantes. 

Un largometraje perfecto para los amantes de los animales que relata la historia de dos personajes que se han perdido en el camino que nació de una pasión. Su banda sonora acompaña a las emocionantes imágenes que, con dulzura y amabilidad, muestran un viaje de transformación y superación.