'Crock of Gold': celebrando la vida

'Crock of Gold': celebrando la vida

3´5 Butacas de 5

Tras ganar el Premio Especial del Jurado en la última edición del Festival de San Sebastián, llega a nuestras pantallas Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan, documental indispensable para cualquier melómano en general y, sobre todo, para cualquier fan del grupo The Pogues en particular. Aunque, a decir verdad, más que un documental sobre música, es una celebración a la vida, a la vida del cantante Shane MacGowan, a la vida de Irlanda desde la infancia del artista y a la vida de este lugar al que llamamos Mundo en las últimas décadas.

Y es que Julien Temple, director y productor de esta obra, utiliza la infancia del cantante irlandés como punto de partida para su narrativa, combinando el color y el blanco y negro (el uso del color y la fotografía será muy importante para la presentación de los acontecimientos), intercalando la animación con acción real y mostrándonos material gráfico ya existente y planos realizados expresamente para la obra que nos ocupa; todo siguiendo una estructura narrativa que nos introduce en un recorrido, vital y sensorial, que va desde los primeros años de vida de MacGowan hasta la actualidad, pasando por las vicisitudes que sufrió en su juventud y el apogeo y deterioro del músico a nivel personal y artístico.

Para ello, Temple usa declaraciones del propio artista, tanto pasadas como actuales (lo que contribuye a evidenciar el triste deterioro físico que sufre), y de personalidades cercanas a él. La más conocida de ellas es un actor que todo cinéfilo y espectador casual reconocerá sin lugar a equívoco: el intérprete Johnny Depp, amigo del otrora líder de The Pogues y productor de Crock of Gold, proyecto que le ha servido al protagonista de Cry Baby para homenajear a su amigo. Será el propio Depp quien converse con su colega, regalándonos anécdotas vitales pasadas contadas desde el presente y mostradas a partir de vídeos rescatados de los mejores tiempos del protagonista de la película que nos atañe.

Así pues, el director inglés nos propone una narrativa contada desde dos vertientes: una histórica, desde donde se nos narran hechos relevantes del ámbito social, cultural, político y bélico, a nivel nacional (propios de Irlanda) y a nivel mundial, que o bien salpican o bien afectan directamente a las distintas etapas vitales de Shane; y otra artística, que enfatiza en el desarrollo musical de MacGowan, donde veremos sus orígenes, su éxito en The Pogues y su posterior ruptura con el grupo para iniciar un nuevo proyecto: The Nips. A estas dos vertientes se le unen los dos enfoques desde los que se cuenta lo narrado: el enfoque EMIC y el enfoque ETIC. Para saber de qué hablamos, debemos explicar que ambos términos tienen origen en la figura de Kenneth Pike, lingüista y antropólogo estadounidense que puso nombre a los dos enfoques en el ámbito de la lingüística, diferenciando entre la interpretación del sujeto (phonemics) y la realidad del sonido (phonetics). Estos términos fueron trasladados al ámbito de la antropología y la sociología por el antropólogo estadounidense Marvin Harris, adquiriendo las nomenclaturas EMIC y ETIC un nuevo significado en el campo de la etnografía. Así pues, el enfoque ETIC hace referencia al punto de vista del observador y el enfoque EMIC describe la realidad desde el punto de vista del nativo. Trasladándolo al ejemplo de Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan, podemos decir que en la obra de Julien Temple, conviven ambos enfoques: el del propio realizador/observador, Temple, que va a describir una realidad en base a su percepción de la misma y los mensajes que quiera extraer de ella, y el del propio MacGowan y los individuos que narran las anécdotas, que exponen su realidad en base a sus experiencias pasadas y presentes. Para esto, el observador juega con el tiempo, trabajando con flashbacks y con saltos temporales durante las distintas épocas que el documental abarca. De esta manera, aunando los dos enfoques, el cineasta nacido en Kensington crea una narrativa rica y completa, ganando objetividad al concentrar dos subjetividades.

Así las cosas, Crock of Gold: Bebiendo con Shan MacGowan se alimenta de múltiples perspectivas y elementos narrativos, musicales y cinematográficos para regalarnos un espléndido documental lleno de arte, cultura y, sobre todo, vida, mucha vida.