'Nadie' o cómo saber recoger lo mejor de TODOS

'Nadie' o cómo saber recoger lo mejor de TODOS

¿Sabes esa extraña y mágica sensación, cuando parece que han hecho una película exclusivamente para ti?

Claro está que le han hecho para todos, o al menos para la mayoría, pero cuando consiguen ese efecto tan personalizado no queda otra que quitarte el sombrero.

Yo, como tantos otros supongo,  siempre imaginé comenzar o terminar mi peli o corto soñado al son de los acordes de Nina Simone. Pues va Ilya Naishuller, director de la función, y me da la bienvenida al viaje con el “Don´t Let Me Understood” en una secuencia inicial que define a la perfección la esencia de la cinta que vas a ver: VIOLENCIA, COMEDIA y COSTUMBRISMO.

Primer acierto

En su día me pareció magistral como Vince Gilligan consiguió en “Breaking Bad” generar el máximo nivel de empatía  entre Walter White y el público, mostrándolo como el gran “loser” maltratado por el entorno en treinta minutos  del primer capítulo para que, con solo eso, todos le perdonáramos  lo que haría en las siguientes 5 temporadas. Pues aquí llega el personaje de Bob Odenkirk (que algo aprendió en compañía de Walter con su maravilloso Saul Goodman)  y en solo 10 minutos nos tiene absolutamente de su lado, acumulando su odio, su rabia y sus ganas de callar bocas, en un montaje de secuencias brillante que consigue en su ritmo que el pasar anodino de los días se convierta en una cuenta atrás cargada de tensión hacia la gran explosión. 

Segundo acierto

Mientras que a Walter le hizo falta un ultimátum para que descubriera su enorme potencial, resulta que a este Don Nadie solo le hace falta un empujoncito en su hombría para que desentierre (no es que lo descubra), al estilo del mismísimo JOHN WICK,  su lado más salvaje y entrenado para erradicar objetivos.  O sea, que este tío básicamente te mata con mirarte pero ha decidido tener una familia y cambiar, misma fórmula que funcionó a las mil maravillas con el señor Wick.

Pero añádele a esto el valor de Mr. White, ya que a este no se le ha muerto la mujer ni le han matado al perro, por tanto tiene mucho que perder en su reconversión.

Walter White+ John Wick = Tercer acierto

Al final es copiar la fórmula de recientes héroes  de tu vecindad, como el Bryan Mills de VENGANZA o el Robert McCall de THE EQUALIZER, pero dándole eso que te acerca un poquito más a su protagonista y de lo que carecía la figura de un Steven Seagal o los ya nombrados, que es el repartir mientras le dan a este hasta en el carnet de identidad. Volvemos a John Wick en este aspecto, no es baladí que el guionista de ambas cintas sea Derek Kolstad .  Esta decisión hace que de algún modo, te lo creas mucho más, que conectes. Rocky no sería Rocky si no acabara con la cara hecha un cromo ¿no? La vida es dar y recibir.  Cuarto acierto.

Encima recuperas al mejor Christopher Lloyd desde “Regreso al Futuro”, lo conviertes en una especie de DIRTY HARRY jubilado y le pones una recortada mientras dispara a  unos matones gritando de júbilo… ¿Para qué coño quieres más?

Quinto acierto.

Y si encima te creas un clímax a lo Kevin McCallister en SOLO EN CASA pero versión  bizarra, ya es que te pongo un piso en la Gran Vía. Sexto Acierto

Podría seguir enumerando puntos: su maravillosa banda sonora, que juega a un continuo doble pentagrama de violencia visual vs calma auditiva de matrícula de honor;  las maravillosas y juguetonas interpretaciones de todo su elenco; las fantásticas coreografías; las situaciones hilarantes tan divertidas que ofrece…

Cierto es que en un momento de odio como el que estamos viviendo, no es popular decir que a veces ver como le sueltan una merecida hostia a alguien es gloria bendita. ¿Quién decide quién la merece y quién no? Pero a diferencia de lo que algunos están predicando el señor NADIE se da cuenta de una sencilla verdad, por muy maniquea que sea, que no se gana nada odiando y vertiendo tu violencia de base contra el débil (piedra angular de algunas políticas actuales) pero tampoco dándole abrazos, margaritas y sobre todo espacio al fortalecido villano. 

Y si, lo siento, algo dentro de mí  ruge con fuerza cuando este señor le da hasta en el cielo de la boca a la horda de hijos de puta que se encuentra en su camino, así como cuando termina buscando la pared más cercana al ser consciente que a veces equivocamos a nuestros enemigos y hay que descargar en otro lado.  Uno más justo, ya sea un muro ladrillado o la cara de un puto violador, con misericordia final incluida, que a mí, fíjate, hasta me sobra.

El otro día mi admirado Ignatius Farray escribió en twitter a raíz del famoso debate de LA SER: “La grandeza de una democracia se mide por el volumen de gilipollez que es capaz de absorber, es decir: por las ganas que te quedas de soltarle a más de un puto nazi la hostia de su vida.”

Define muy bien los 20 primeros minutos de NADIE. El resto es cine, por suerte lo tenemos para descargar un poquito aquello que una sana sociedad nos hace frenar.