'Aquellos que desean mi muerte': el fuego como castigo y expurgación

'Aquellos que desean mi muerte': el fuego como castigo y expurgación

2´5 Butacas de 5

Este thriller dramático, protagonizado por la ganadora del Oscar: Angelina Jolie, cumple con todo lo esperado de una película estadounidense: sheriffs, muchas balas, acción, dos vidas que se cruzan, dramas familiares, una embarazada, momentos lacrimógenos de un niño, música épica y los malos y los buenos, con un bosque y un par de incendios como contextos especiales.

Así se nos presentan Aquellos que desean mi muerte (Those who wish me dead), un film entretenido, lleno de estímulos, y escrito, y dirigido por Taylor Sheridan (Wind River, Yellowstone, Sicario), que firma esta producción totalmente hollywoodiense, adaptación de la novela homónima de Michael Koryta. Y que, para sorpresa de un servidor, conserva literalmente su título en la traducción, sonando este en español hasta pretencioso y un poco epopéyico.

Aquellos que desean mi muerte nos cuenta la historia de Hannah, una traumatizada bombero paracaidista que se retira a una torre de control, tras no haber podido salvar tres vidas un tiempo antes. Cuando Connor se cruza desorientado y perdido en su camino, ella lo tiene claro, va a ser la persona en quien el niño pueda confiar plenamente.

En estos 101 minutos de metraje, Jolie intentará ayudar a Finn Little (Storm Boy o 2067), sin duda, la mejor interpretación de todo el reparto, con una verdad y clarividencia difícil de encontrar en un actor tan joven, de apenas 14 años. El equipo artístico se completa con Jon Bernthal (The Punisher o Daredevil), Nicholas Hoult (The Great, Mad Max: Fury Road o Un niño grande) o Aidan Gillen (Queer as folk o Peaky Blinders) que siguen la tónica general del género y de la película, sin más.

Es verdad que no es un thriller al uso, las dosis de drama, familia y cariño están medidas y se respira una atmósfera de tranquilidad angustiosa, tanto para los buenos, como para los malos. Intentan que sintamos un poco la ansiedad de Jolie, cosa que no creo que logren, en cambio, podemos vivir de lleno el drama del joven actor australiano Little.

La película construye una relación casi de igual a igual entre Hannah y Connor, pues ella no tiene ni idea de cómo tratar a un niño, ni de cómo llamarlo, dirigiéndose a él con el sobrenombre de “colega” y dejándonos, esta extraña pareja, gags con un humor ácido completamente inesperado, lo que da un pequeño contrapunto a tanta muerte injustificada por un conflicto anterior que no se ve en el film y que, si esperas saber y, así, entender el porqué, no lo vas a descubrir. Eso sí, los frondosos y típicos bosques de Montana son el escenario ideal del que podemos disfrutar por la saturación de planos generales y drones que, sin duda, han amortizado en la producción.

¿Ha acertado Jolie con esta apuesta o sigue en el camino de la desorientación? Juzguen ustedes mismos.