'Maricón Perdido': heridas y cicatrices de una vida

'Maricón Perdido': heridas y cicatrices de una vida

4 Butacas de 5

La etiqueta de mejor serie del año comienza a ir pegándose poco a poco a más proyectos. Tras Reyes de la Noche, quien les escribe estas líneas vuelve a quedarse fascinado con la sensibilidad, honestidad, luz y oscuridad de una serie que escarba en las heridas de Bob Pop narrándose así mismo para que le conozcamos los demás.

Se trata de la primera serie de ficción de Roberto Enríquez, conocido como Bob Pop, acercándonos a su vida, desde la adolescencia hasta su etapa adulta. Un trayecto vital lleno de zancadillas, de una sociedad machista y homófoba que casi siempre ha abusado y pisoteado a quienes necesitan una simple caricia de empatía, un abrazo o una mirada de amistad.

Maricón Perdido es una serie llena de luz, magia e ilusión, que convierte una ficción fantástica y profunda, en una tragicomedia que desgarra el alma de quien la ve. Situada en la España de finales de los años 70 e inicios de los 80, conocemos al pequeño Roberto, un niño obeso y homosexual que recibe continuamente los abusos e insultos de compañeros. Un acoso que se torna en un drama oscuro pero la luz de su elenco, permitiendo que empaticemos con una historia que conmueve y hecha con la mirada tierna de un ser de luz como Bop Pop.

El odio es un paso hacia la oscuridad, pero Maricón Perdido se encarga de introducirnos en una espiral dolorosa, pero a la vez aderezada con momentos musicales que sacan a relucir la pasión de alguien que simplemente quería ser él mismo.

La serie tiene la propia voz de Bop Pop, otorgándole el tono y enfoque que su protagonista ha querido. Un trabajo que hace reír, pero a la vez llorar, provocando que se nos haga un nudo en la garganta a medida que avanza el metraje de cada episodio.

Gabriel Sánchez y Carlos González se encargan de retratar la figura de Bop Pop en la etapa adolescente y adulta, mostrando una solidez absoluta en el relato, logrando conmover en todo momento y haciéndonos disfrutar de una serie que no pretende mirar a la nostalgia, sino mostrarnos la figura de un ser mágico de una personalidad única.

Junto a los protagonistas encontramos a una brillante Candela Peña. La actriz está espléndida retratando a una madre incapaz de entender a su hijo y así misma, llevando a cabo algunas acciones disparatadas, controladoras y de absoluta incomprensión ante el pequeño. Una madre que aniquila la identidad de su propio hijo capaz de hacernos sentir rabia y odio por su perversidad y nula empatía con quien lo necesita.

La parte paternal de la serie, la representa únicamente la voz de Carlos Bardem, sin la necesidad de ver el rostro de alguien que provocó mucho dolor. Es Miguel Rellán el rostro de un abuelo tierno, afectuoso y comprensivo con su nieto.

Maricón Perdido es una serie deslumbrante, llena de la oscuridad de una sociedad que demuestra su incapacidad de empatía ante acciones terroríficas sobre seres llenos de inocencia.