'Rambo: Last Blood': la cinta ideal para los amantes del cine de acción de toda la vida

'Rambo: Last Blood': la cinta ideal para los amantes del cine de acción de toda la vida

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En ocasiones la memoria es caprichosa y es un reto titánico acceder a una serie de recuerdos, sobre todo en lo referente a la primera vez que viste una determinada película y, todavía peor, si fue en solitario o en compañía. No es el caso de las tres primeras entregas de las aventuras y desventuras de John Rambo porque uno de mis amigos del colegio las tenía entre la extensa colección de películas, de todos los géneros cinematográficos, de su hogar. Esas tardes de sábado de mediados de los noventa, con unas cantidades escandalosas de refrescos y palomitas, eran el paraíso para un grupo de adolescentes descerebrados y, salvando las distancias, nos convertíamos en la versión cañí de los Niños Perdidos de Peter Pan, por la escasa supervisión paterna. 

Nota (1): Nuestro favorito era Jean Claude Van Damme, pero no discriminábamos al resto de los héroes de acción de esos años.

No volví a verlas hasta las Navidades del 2005, cuando decidí comprarlas y tuve el suficiente tiempo libre un fin de semana, sin ningún plan definido en el horizonte. Mi perspectiva de la saga cambió por completo, y Sylvester Stallone pasó a ser uno de mis actores favoritos, por lo que fue un punto de encuentro entre mi padre y yo. Os aseguro que nada une más a un padre y un hijo que una buena ensalada de tiros y “ostias con la mano abierta.”

Nota (2): John Rambo la vimos juntos en el cine y por esa razón la tengo un cariño muy especial.

Después de esa introducción cargada de nostalgia, en mi línea habitual, es el momento de analizar en profundidad Rambo: Last Blood. Estad tranquilos, no voy a destripar la trama y mucho menos las posibles sorpresas.

Entre sus virtudes están una duración ajustada, apenas una hora y media, una historia sencilla y unas escenas de acción violentas y muy gráficas, no recomendadas para aquellos con estómagos delicados. Además, Stallone cumple a las mil maravillas en su papel de tipo con un “oscuro pasado” que intenta dejar atrás. Mientras que sus defectos son pocos y claros, desaprovecha a sus personajes secundarios, con unos villanos cercanos a la caricatura, y la primera parte de la historia tiene menos miga que la segunda, cuando el personaje principal abraza su lado más oscuro (hay una escena que dará que hablar por lo cruda que es).

En definitiva, es la cinta ideal para los amantes del cine de acción de toda la vida y un claro ejemplo de la vigencia de la “vieja escuela”, sin una tonelada de efectos especiales creados con la tecnología más puntera. No atraerá a nuevos espectadores a la sala de cine, pero los incondicionales de Rambo saldrán con una sonrisa de oreja a oreja.