'El Bebé Jefazo: Negocios de Familia': Hiperactividad y ojos gigantes

'El Bebé Jefazo: Negocios de Familia': Hiperactividad y ojos gigantes

2´5 Butacas de 5

El verano trae siempre estrenos de diversión, sobre todo para los más pequeños. Títulos entrañables, con mucha aventura y, en este caso, con tanta acción que roza un viaje desenfrenado de estupefacientes.

Así es El Bebé Jefazo: Negocios de Familia , la segunda entrega de la franquicia donde recuperaremos a nuestros protagonistas, esta vez adultos, que deberán salvar el mundo una vez más, al mismo tiempo que recuperan los lazos familiares.

Desde que una película sobre un bebé empresario ganó más de 500 millones en taquilla, era solo cuestión de tiempo que llegará una segunda parte. Basada en el libro ilustrado de mismo nombre, esta película podría llegar a ser un ejemplo de “cómo no hacer una película de animación”, ya que, si bien supera a su primera entrega, el resultado está lejos de ser memorable.

Se trata, sobre todo, de una película exageradamente rápida, rozando la hiperactividad. La animación es totalmente desenfrenada, ya que los personajes no paran quietos ni un sólo segundo. Da igual si están peleando, discutiendo, huyendo o simplemente hablando; no hay cinco segundos seguidos en los que los personajes no salten, reboten, correteen o hagan mil viguerías.

Para compensar este desenfreno, los personajes presentan una textura casi líquida, pulidos hasta el nivel de la plastilina, donde el adulto más severo tiene unos ojos dignos de Bambi. Las facciones de la cara se mueven sin control y cualquier movimiento hace pensar en Mr Fantástico en pleno combate.

Al margen de estos factores, también destaca el detalle de la animación, y que está pensada al detalle. No solo llena eficientemente toda la pantalla, sino que es muy detallista, haciendo que cada escena sea incluso sofisticada.

La historia en sí no plantea ninguna novedad, incluso llega a ser un enorme cliché. A esto se le añade una infinidad de gags, normalmente protagonizados por niños pequeños emulando a adultos que, suelen ser groseros y fuera de lugar.

Las interpretaciones vocales son sin duda lo mejor de la película porque se nota la experiencia actoral y sobre todo quien resalta es Alec Baldwin porque es capaz de ser encantador, adorable y elegante al mismo tiempo dándole un carisma único que desafortunadamente se pierde por la caracterización del personaje.

En conclusión, el largometraje nos plantea una segunda parte totalmente coherente con la primera entrega; una cinta llena de dinamismo, humor hilarante y tiernos mensajes sobre la familia y la amistad. Una entrega que entretendrá a los más pequeños y creará cortocircuitos a los mayores.