'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos': Marvel se apunta al kung-fu

'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos': Marvel se apunta al kung-fu

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Hemos llegado a un punto (hace tiempo, en realidad) en el que cada nueva película de Marvel es eso, la nueva película de Marvel. Una pieza más de un caleidoscópico puzle en el que los nombres importan, pero no son decisivos para atraer al público. Porque, seamos francos, el 95% de los futuros espectadores de Shang-Chi no conocían de nada al personaje cuando se anunció el proyecto, igual que tampoco sabían en su momento qué demonios eran los Guardianes de la Galaxia. ¿Importó lo más mínimo? Pues no. Star-Lord y compañía son ahora varios de los rostros más populares de la franquicia, y sería muy raro que Shang-Chi no siguiera sus pasos y se convirtiese en una nueva estrella del universo Marvel.

Lo tiene todo a favor, en realidad. Para empezar, los encargados del casting han dado con el actor ideal. Aparte de derrochar carisma dentro y fuera de la pantalla, Simu Liu combina una innegable vis cómica con un talento apabullante para la acción. Y precisamente ese es el gran punto a favor de la película: la primera mitad, concebida como claro homenaje al cine clásico de artes marciales, es una gozada para cualquier fan de Bruce Lee, Jackie Chan o Jet Li. Se cumple, pues, lo poco que podíamos vaticinar sobre la película a partir del tráiler y de la historia del personaje en el cómic, que nació en respuesta al boom del kung-fu entre los 70 y los 80.

Del cómic, eso sí, no esperéis encontrar mucho más. Kevin Feige prometió que Shang-Chi sería un regreso a los orígenes del MCU, y ha cumplido tanto en espíritu (la Fase 4 es la única desde la 1 que no ha comenzado con una secuela) como a fuerza de referencias: aparte del sorprendente guiño a la olvidada El increíble Hulk (2008), los orígenes del personaje se separan de las viñetas para conectarlo con Los Diez Anillos y el Mandarín, que ya habían aparecido en la saga de Iron Man. Sí, con el Mandarín. Muchos respirarán aliviados por lo que solo puede definirse como una redención del villano, después de lo visto en Iron Man 3.

El resto de los personajes de la cinta están a la altura. Para empezar, es un enorme lujo para Hollywood que el padre de Shang-Chi lo encarne Tony Leung, uno de los mejores actores de su generación a nivel mundial, que es conocido en occidente por obras maestras de la talla de Hard Boiled (1992) o Deseando Amar (2000). Completando el trío de coprotagonistas junto a Shang-Chi están su amiga Katy (interpretada por Awkwafina) y su hermana Xialing (Meng’er Zhang), con la primera aportando alivios cómicos y la segunda dejando algunas de las secuencias de acción más logradas. La mezcla de humor y drama, marca de la casa en Marvel, es casi perfecta, hasta el punto de que no se me viene a la cabeza ni un solo momento anticlimático o personaje actuando de manera impropia (que es uno de los aspectos más señalados por los detractores del MCU).

El resumen hasta ahora sería que absolutamente todo lo que tiene que ver con el protagonista de la película funciona a las mil maravillas, destacando sobre todo un estilo de lucha novedoso en el Marvel cinematográfico y que lo distingue del resto de superhéroes. Si la segunda hora fuese igual que la primera, estaríamos hablando de una de las mejores películas en solitario de toda la franquicia. La lástima es que esa frescura se diluye hacia la mitad del metraje, cuando el peso de las artes marciales y las estupendas coreografías de lucha urbana dan paso a una trama de corte fantástico mucho más convencional para los estándares del MCU. Es decir: cuando Shang-Chi deja de ser Shang-Chi y empieza a ser una especie de cruce entre el Doctor Extraño y Black Panther. Aun así, las excelentes secuencias en CGI y unos espectaculares diseños reminiscentes de la mitología china deberían bastar para encandilar al gran público, pero es una pena que no le hayan dado continuidad a la premisa inicial. El ritmo no es inmune a ese desequilibrio tonal, y los continuos flashbacks, imprescindibles para condensar una mitología demasiado compleja para acomodarse en dos horas de película, contribuyen también a entorpecer el conjunto. ¿La buena noticia? Que la recompensa de toda esa sobreexposición es que las futuras entregas del MCU van a contar con un personaje mucho más redondo y trabajado que, además, ya tiene vía libre para hacer gala de sus señas de identidad. En definitiva, una estupenda incorporación a la familia Marvel.