'La ola verde (Que sea ley)': Crónica impoluta de una Argentina en pie

'La ola verde (Que sea ley)': Crónica impoluta de una Argentina en pie

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Argentina se vio sacudida el año pasado por el movimiento de mujeres (y también hombres) en favor de la legalización del aborto. En un país donde las muertes derivadas de abortos clandestinos siguen siendo habituales, una ola verde y feminista consiguió llevar el proyecto primero a la Cámara de Diputados, donde fue aprobado, y más tarde en el Senado, que lo rechazó.

El documental La ola verde (Que sea ley) se acerca a esta cuestión de la única forma correcta: tomando partido. El trabajo de Juan Diego Solanas se esfuerza en dar voz a estas mujeres que luchan por su libertad, y por mantener en el recuerdo a distintas víctimas de abortos clandestinos que sirven de inspiración al movimiento.

Sin embargo, pese a este intachable y nada cobarde posicionamiento ideológico, la película no siempre acierta en su tratamiento de tan espinosa cuestión. Que sea ley (lema de esta lucha en Argentina y título original del filme) no esquiva varios de los males del documental tradicional actual. El primero de ellos es una puesta en escena demasiado aséptica y limpia, ajena a lo que se nos está mostrando. Un problema que remite a una cinta tan lejana formal y temáticamente como Parásitos, cuya pulcritud formal (incluso cuando aparece suciedad en pantalla) no casa con la suciedad de ciertos pasajes del relato. En el caso de este documental, la imagen digital aporta un aroma de artificialidad a cada plano que hace flaco favor a los diversos testimonios.

Es en estos testimonios donde La ola verde (Que sea ley) cae en otro de esos males habituales. Es innegable la dureza y el impacto de la gran mayoría de ellos, pero precisamente por ese motivo se echa en falta por parte de los responsables una mayor preocupación acerca de estas mujeres que han decidido abrirse en canal para narrar sus historias particulares. Antes que testimonios son personas, algo que se nos puede olvidar ante la falta de contexto que Solanas ofrece de la mayoría de ellas. No las vemos trabajar, divertirse, desenvolverse en el día a día, vivir. Son solo peones de un discurso. Un discurso que es legítimo y hasta necesario, pero que no por ello puede ser comunicado sin atender a ciertas cuestiones previas.

Los instantes más inspirados de La ola verde (Que sea ley) están en esas imágenes que captan la ilusión y la alegría de un momento en el que las mujeres argentinas dijeron “basta”. Las cabeceras de manifestación repletas de energía y música. O unas niñas cantando y bailando en las protestas, con la esperanza de que se les pueda presentar un futuro algo más libre e igualitario. Un futuro en el que puedan decidir. Un futuro en el que el embarazo nunca traiga consigo la sombra de la muerte.