Crónicas desde San Sebastián 2019: Días 3, 4, 5 y 6 - ¿Por qué nos fascina esta locura?

Crónicas desde San Sebastián 2019: Días 3, 4, 5 y 6 - ¿Por qué nos fascina esta locura?

Los días centrales de un festival son un enorme páramo en el que cabe cualquier estado de ánimo o experiencia rocambo(lo)lesca que a uno se le pueda imaginar. Críticos de renombre gritando a una pantalla, esperas para una entrevista en las que una señora te agarra y no te suelta… También arranca un frenesí en el que uno llega a preguntarse qué hace aquí, y en el que es cada vez más complicado detenerse reposadamente a pensar en las películas. Vamos a intentarlo.

‘The Audition’, de Ina Weisse (Sección Oficial)

Esta película alemana protagonizada por Nina Hoss va en la línea de otras películas alemanas protagonizadas por Nina Hoss: su personaje está algo desquiciado, pero casi todo el mundo a su alrededor está todavía peor. The Audition es una especie de Whiplash con violines y contado desde el punto de vista del profesor, y al mismo tiempo una especie de La pianista sin sexo. Mucho más insustancial y forzada que ambas, claro.

‘Estaba en casa, pero…’, de Angela Schanelec (Zabaltegi-Tabakalera)

La también alemana Angela Schanelec ha presentado en Zabaltegi Estaba en casa, pero…, que le valió el Oso de Plata en la pasada Berlinale. Una película narrativa poco clara, siendo generosos, y con momentos difícilmente justificables. Sin embargo, a través de varias escenas puntuales construye un interesante discurso sobre qué es lo verdaderamente ridículo y cuestionable en el cine.

‘Temblores’, de Jayro Bustamante (Horizontes Latinos)

Tras la grana cogida de su ópera prima Ixcanul, el guatemalteco Jayro Bustamante presentará en esta edición del Zinemaldia dos largometrajes. El primero de ellos ha sido Temblores, un potente estudio de la reclusión interior y la social a la que se enfrenta en un hombre casado cuando anuncia que es homosexual. Una cinta potente sin necesidad de maniqueísmos, que centra su mirada en el conservadurismo al que puede llevar el extremismo religioso. Dos aspectos especialmente destacables: por un lado la bonita pero descorazonadora relación del protagonista con otro hombre que sí acepta su condición. Por otro, ya en el pleno visual, una estética que recuerda al cine setentero de Hollywood, lo que potencia la sensación de que estamos ante una cuestión del pasado pese a que la cinta se ambienta en el presente.

‘Nuestras madres’, de César Díaz (Horizontes Latinos)

Otra mirada a la sociedad de Guatemala, en este caso a los miles de personas que siguen desaparecidas en el país centroamericano durante la dictadura militar. Nuestras madres es un filme sencillo pero muy honesto, que se propone relatar una historia de (re)descubrimiento familiar sin excesivos aspavientos. A destacar la enorme sensibilidad de la actriz Emma Dib.

‘Así habló el cambista’, de Federico Veiroj (Horizontes Latinos)

Terminamos este trío de películas de la sección Horizontes Latinos con Así habló el cambista, del uruguayo Federico Veiroj (El apóstata). Un thriller ligero en apariencia pero que analiza de manera incisiva la pillería tan intrínsecamente vinculada a las élites del sistema. El mayor logro de la película es dejar retratado a su personaje protagonista y conseguir que al mismo tiempo empaticemos con él, para lo que es indispensable la interpretación de Daniel Hendler. Transmite las malas artes del personaje pero deja un resquicio en el que se ve que también tiene su corazoncito (por muy pequeño y débil que sea).

‘The Laundromat: Dinero sucio’, de Steven Soderbergh (Perlas)

Valiéndose del mediático escándalo de los papeles de Panamá, Soderbergh pretende construir con The Laundromat una sátira político-económica al más puro estilo Adam McKay. Sin embargo, pese al extravagante dueto Gary Oldman-Antonio Banderas y a una Meryl Streep pasándoselo mejor que nunca en pantalla, el ingenio se le acaba antes que al director de El vicio del poder. En veinte minutos la película ya no tiene ideas, y apenas gracia. Su desenlace, eso sí, dará que hablar. Sea eso bueno o no.

‘Zeroville’, de James Franco (Sección Oficial – Fuera de Concurso)

“Algo turbio ha pasado con Zeroville debe haber sido una de las frases del festival junto a “no os rayéis, la peli sorpresa es Joker” y “¿vais a ir a la fiesta de Avalon?”. Expulsada de la competición días antes de su presentación por un extraño estreno en Rusia, y sin que nadie venga a presentar la película a Donosti, la primera película de James Franco tras hacerse con la Concha de Oro por The Disaster Artist es… maravillosa. Caótica, ilógica y muy irregular, pero maravillosa. Porque pese a sus imperfecciones tiene muy claro su discurso, su amor y respeto al cine clásico y al mismo tiempo la necesidad de poner ciertos aspectos en cuestión para que este arte continúe avanzado. Y también tiene a Will Ferrell, con una escena que es pura fantasía y otra (la que abre la película) que mantuvo hasta el último momento la esperanza de que todo el lío de la película fuese solo un troleo.

‘Una ventana al mar’, de Miguel Ángel Jiménez (Gala ETB)

Tras ser diagnosticada de un cáncer, María (Emma Suárez) decide desconectar unos días e irse con sus amigas a Grecia. Finalmente, decide quedarse a disfrutar el tiempo que le queda. Una cinta que aboga por el carpe diem y que tiene como máxima que los enfermos son héroes aunque se rindan, como titulaba un magnífico artículo de Quique Peinado. La película tropieza en una puesta en escena extremadamente calculada y fría que no se ajusta a ese mensaje que aboga por dejarse llevar.

‘A Dark, Dark Man’, de Adilkhan Yerzhanov (Sección Oficial)

No es la película más idónea para ver a las 16h, podemos decir. Un drama criminal kazajo que se cuece a fuego extremadamente lento, y en el que el espectador puede sentirse fácilmente desubicado. Tiene, eso sí, momentos logrados que otorgan pequeñas oportunidades de engancharte a la historia, especialmente cuando se centra en ciertos personajes que se mueven por la cinta con total libertad. Pero perdura la sensación de thriller plomizo mil veces visto. Y mil veces contado con más pulso.

‘Y llovieron pájaros’, de Louise Archambault (Sección Oficial)

Quizá hablar de decepción sería excesivo, pero lo cierto es que una de las sorpresas más negativas de este Zinemaldia ha sido comprobar la manera en la que esta directora canadiense ha perdido la sensibilidad y el tacto a la hora de lidiar con temas y grupos delicados. Si en Gabrielle el foco estaba en el amor y el sexo entre personas con discapacidad intelectual, en Y llovieron pájaros esta misma cuestión se centra ahora en ancianos. El problema es el subrayado excesivo y casi sensacionalista, así como la acumulación de tramas y conflictos. Un desastre en lo narrativo y en lo emocional. Hay perros muy monos, eso sí.

‘Thalasso’, de Guillaume Nicloux (Sección Oficial)

Tras El secuestro de Michel Houllebecq, el citado escritor vuelve a asociarse con el cineasta francés Guillaume Nicloux para aportar su particular (y algo casposilla) visión del mundo en general y Francia en particular. En esta ocasión el escenario es un centro de talasoterapia, y se une a la ecuación Gérard Depardieu (entre otros). El resultado es un cóctel de momentos demenciales al que no queda más que rendirse, por mucho que el humor no sea siempre especialmente respetuoso. Y en este punto conviene detenerse en el constante inciso que hace la película remarcando que estamos en el terreno de la ficción, y deformando los límites entre esta y la realidad. Como La verdad pero con celebridades mucho más pasadas de rosca. Y con todavía más vino.

‘Les enfants d’ Isadora’, de Damien Manivel (Zabaltegi-Tabakalera)

El director de Le park presenta en San Sebastián su nuevo largometraje, que le ha reportado el premio a la mejor dirección en la última edición de Locarno. No es de extrañar, ya que estamos ante un largometraje preciso hasta el extremo en cada uno de sus apartados. La película sigue a cuatro mujeres influidas de forma distinta por el baile, especialmente por las memorias y el legado de Isadora Duncan (una bailarina en cuyo arte fue clave la muerte de sus dos hijos). Manivel consigue que el espectador se haga una idea de cómo era Duncan mejor que si hubiese contado su vida en el biopic más lustroso imaginable, y todo ello sin que ella haga acto físico de presencia. La película es un hermosísimo ejercicio físico, una perfecta simbiosis entre los ritmos del cine y la danza.

‘Pacificado’, de Paxton Winters (Sección Oficial)

Producida nada menos que por Darren Aronofsky, Pacificado cuenta una historia de redención y lucha de poder en las favelas de Río. Todo con el contexto de los Juegos Olímpicos de 2016 como trasfondo. Suena bien, aunque suena a ya visto. Esto último se cumple, lo primero no tanto. Pacificado se ve limitada por varias decisiones estéticas y muchas decisiones narrativas poco justificadas por su director, Paxton Winters (cuya mayor cualidad es su nombre).

‘The Other Lamb’, de Malgorzata Szumowska (Sección Oficial)

Algo similar, pero todavía más potenciado, puede decirse de este largometraje en el que un hombre dirige una secta oculta en el bosque en la que el resto de integrante son, o bien sus hijas, o bien sus esposas (incluso llegan a pasar de un grupo a otro). The Other Lamb no ofrece una sola idea novedosa en aspecto alguno. Su estética obedece a los códigos del cine de autor europeos de ambiente turbio y discurso ausente. Hay corderos muy monos, eso sí. Otros no tanto.

‘Sorry We Missed You’, de Ken Loach (Perlas)

Poco hay que decir de la nueva película de Ken Loach más allá de que es una película de Ken Loach. Una pretendida denuncia social cuyo discurso se pierde ante la acumulaciones de desgracias que sufren los protagonistas. Más madera, todo cabe en este drama que pone ahora de excusa un tema verdaderamente lamentable como el de las empresas de reparto. El problema es que Loach desprende cualquier verosimilitud su denuncia, todo parece ya casi una parodia. Es difícil empatizar con el sufrimiento de unos personajes, por mucho que compartas sus penalidades, si les despojas de cualquier atisbo de dignidad.

‘Patrick’, de Gonçalo Waddington (Sección Oficial)

Quizá la película que más debates internos de carácter moral me ha generado, cuya opinión todavía trato de aclarar. Patrick sigue a un joven que regresa a su casa de Portugal 12 años después de ser raptado. Waddington se preocupa enormemente de analizar la complejidad de su protagonista, tan pronto víctima como verdugo. La cinta tiene momentos sugerentes y explora de forma interesante ciertas cuestiones, pero no puedo evitar cierta sensación de repetición. Además, el arranque y el final no acaban de encajar con el tono del resto de la película. Desde luego sí que despierta debate la forma en la que Waddington aborda dos situaciones en el último tramo del filme.

‘Atlantics’, de Mati Diop (Zabaltegi-Tabakalera)

Galardonada con el Gran Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Cannes, Atlantique es el primer largo de la franco-senegalesa Mati Diop (responsable de obras como el celebrado mediometraje Mil soles). Atlantique es una película irregular y que no siempre toma las decisiones adecuadas, pero su historia de amor/denuncia social fantasmal resulta cuanto menos sugerente y está repleta de hallazgos. Una película que mira al mar, al horizonte, con rabia, con esperanza y sin miedo.

‘Vendrá la muerte y tendrá tus ojos’, de José Luis Torres Leiva (Sección Oficial)

¿Por qué a veces no nos gustan que las pelis nos sorprendan? ¿Por qué le buscamos sentido a cintas que quieren, si es que quieren algo en concreto, despertarnos sensaciones? ¿Por qué ya no siempre asistimos al cine como niños, con ganas de ver algo en esa pantalla que se reinvente cuantas más veces mejor? No me he preguntado eso mientras veía Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, sino después.

Durante el visionado simplemente me he dejado llevar por un torrente de sensaciones, que ha desembocado en un clímax emocional causado por la sensibilidad (sin ello de poco vale la libertad creativa) de una cinta que avanza sin miedos, sin ataduras, sin prejuicios. Con la historia de amor entre dos mujeres que llevan una vida juntas y la enfermedad de una de ellas como pretexto, Torres Leiva ha creado una obra maravillosa. Dispersa en sus ¿ideas? y su ¿narrativa? pero muy clara en su intención de jugar con este maldito invento que nos lleva a dejarnos la vida (y con mucho gusto) en festivales como este.