'The Deep House': asfixia y angustia bajo las profundidades marinas

'The Deep House': asfixia y angustia bajo las profundidades marinas

2’5 Butacas de 5

Alexandre BustilloJulien Maury forman parte de esa hornada de ‘Enfants terribles’ del cine de género francés. Su opera prima, ‘Al interior’, sorprendió a propios y extraños por subvertir el género de las ‘home invasion’ con una visión mucho más bruta y visceral que lo que estamos acostumbrados a ver en circuitos más comerciales.

También es el caso de su último estreno, The Deep House, esta vez buscando dar una vuelta de tuerca al género de las casas encantadas ubicando la trama en el fondo de un lago. Ese es el gimmick, un tren de la bruja subacuático.

Los directores galos aseguraron durante su presentación en el Festival de Sitges que no hay truco, rodaron bajo el agua sin efectos informatizados. Quizás esto mismo sea un arma de doble filo porque si bien es cierto que su verosimilitud provoca una angustia y una crudeza no apta para claustrofóbicos, pierde punch a la hora de mostrar elementos fantásticos.

La historia nos sitúa en un pueblo del sur de Francia en el que dos youtubers tratan de encontrar un lugar inaccesible e inhóspito que les permita conseguir suscriptores para su canal.

Esta es la excusa que se utiliza y que permite hacer uso formal del ‘Found Footage’ aprovechando el fenómeno reciente de youtubers que se cuelan en lugares abandonados. “The Deep House” hace uso de múltiples recursos en un género que parecía agotado: cámaras sofisticadas a las que se le añade un dron, sónar y todo tipo de aparataje submarino.

El juego con la multicámara es orgánico y huye de la linealidad de la cámara en mano, aunque en ciertos momentos de acción cae en los mismos errores de este tipo de películas. Hay movimientos exagerados en los que el espectador solo consigue ver burbujas y oscuridad, contrastando con ese tour que nos ofrecen los protagonistas abriendo habitación por habitación, sin duda el punto más fuerte de la película.

Pese a la excelente ambientación del set, los elementos fantásticos ni cumplen ni satisfacen al espectador mas acostumbrado a este tipo de productos. La intrahistoria que da significado a lo que ocurre en esa casa encantada no termina de enganchar y recurre a elementos tan manidos como el lovecraftiano “Que no está muerto lo que yace eternamente…” o a la simbología satánica.

Parece una oportunidad perdida después de una idea inicial potente que, aunque no tuviera mucho recorrido, se le podría sacar mas jugo del que finalmente se muestra en pantalla.

No se puede negar el alarde técnico de grabar enteramente bajo el agua, la cuidada atmosfera y la sensación de angustia y asfixia. Sin duda esos serían los puntos fuertes de esta cinta que funciona mejor como película de terror submarino que como de casa encantada.