'Belfast': con el debido respeto, la gran película del año

'Belfast': con el debido respeto, la gran película del año

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No hay que ir mucho tiempo atrás en la historia para encontrar conflictos sociales. Enfrentamientos entre clases, ideales políticos, de índole religiosa…la condición del ser humano está destinada por desgracia a vivir en continua guerra con los demás y con nuestro propio ego.

El cine cuenta con la gran ventaja de hacernos ver este tipo de acciones sociales, representadas en relatos entre vecinos, amigos y familiares a través de historias dramáticas, divertidas e incluso melancólicas. ‘Belfast’ es el último ejemplo cinematográfico que llega a las carteleras y con la que el espectador se sumergirá en un relato como la propia vida.

La nueva película de Kenneth Branagh no es simplemente un largometraje más; estamos ante un trabajo audiovisual prodigioso del director, enrocado por momentos en su propia vida, pero pintándolo con un recorrido que rinde homenaje a la familia, al amor y al cine.

Rodada en un exquisito blanco y negro, con planos sumamente bellos, el encuadre que el cineasta ofrece de su fotografía es espléndido. No basta con poner una cámara fija y que la vida pase por delante, es necesario otorgarle a la cámara dinamismo, la emoción viva de sus protagonistas y el timing perfecto de cada uno de ellos para que deslumbren. Por decirlo resumirlo de manera clara: a nivel técnico es la metástasis que elimina a los ‘gafapastas.

La película nos sitúa en un drama sobre la madurez como si recibiéramos siendo niños los golpes de la vida. Mediante los ojos del joven Buddy, Irlanda del Norte vive los peores finales de los años 60 con el enfrentamiento entre católicos, protestantes, crisis laboral y violencia sectaria. Jude Hill (Buddy) es sin duda la gran estrella de la película. Capaz de hacernos reír, llorar, sentir…es el retrato de la dulzura, la imaginación, la necesidad de escapar de los problemas para seguir disfrutando de la infancia en un contexto que es pura locura y del que no consigue entender nada. Es el vivo retrato de aquel joven que soñaba con contar historias de amor en el cine, de aventuras, de romanticismo por el cine, y que acabó convirtiéndose en Kenneth Branagh. Hay momentos para todo: para descubrir su pasión por las películas que veía en el cine (El Hombre que mató a Liberty Valance, Chitty-Chitty-Bang-Bang) y por supuesto a ese lugar en el que nuestra mete viajaba fuera de todos los problemas: la sala de cine.

Ayuda mucho por momentos el uso del plano secuencia, como si de una obra de teatro llena de vida se tratara, la película refleja perfectamente las crisis familiares y laborales de todos sus personajes. Ciarán Hinds y Judi Dench, en mi modesta opinión siempre, son los mejores secundarios de la película. Con su simple presencia llenan de gozo la pantalla, pero son los que mejores diálogos mantienen y una historia que refleja la unidad a través del tiempo.

Jamie Dornan, más alejado ya de su papel de seductor y pedante de las ’50 Sombras’, también tiene sus momentos perfectos, viviendo en una catarsis laboral en la que debe elegir entre dar un futuro a su familia o persistir en sus raíces. Acompañado por Caitriona Balfe, es la otra gran estrella que aporta la ternura y el sostén para tratar de soportar la necesidad de mantener el amor familiar.

Belfast’ es una película llena de un ritmo hermoso, un homenaje precioso a la vida de Kenneth Branagh, a la clase obrera y sobre todo a las raíces de las que procede el cineasta. Sueños que en muchos casos se frustraron ante los enfrentamientos sociales y las crisis posteriores. Un largometraje lleno de humanidad, de humor en algunos momentos y con el que uno sale reconfortado de la sala de cine.