Ventajas de viajar en tren: “La verosimilitud está sobrevalorada”

Ventajas de viajar en tren: “La verosimilitud está sobrevalorada”

5 Butacas sobre 5

Muy bien, supongo que hay que agradecer a Aritz Moreno (Cólera, ¿Por qué te vas?) y a Javier Gullón (Enemy, Out of the dark) por ponerme en un compromiso. ¿Ahora qué narices digo yo de esta película? Si bien es verdad, que Antonio Orejudo (Un momento de descanso, Los cinco y yo), autor del material literario original, tendrá algo que decir, opinar, manifestar, anunciar…yo qué sé.

Tal vez pueda empezar por las ganas repentinas de viajar en tren, así como quien no quiere la cosa; lo mismo tengo suerte y vivo algo turbio. ¿Quién no disfrutaría viéndose envuelto por una situación/atmósfera, que le hiciera dudar de su comprensión? ¿Que te hiciera dudar de los niveles de la narración y luego, cuando comprendieras soltar un: “Aaaahhh, es verdad”?

Locura, intriga, sorpresa, mal rollete… Pocas personas podrían encontrar una pega seria a esta película. La demencia puebla cada página del guion con premeditación y alevosía; y cuando no, te va poniendo trampas muy poco a poco, de manera que caes completamente y sin comerlo ni beberlo vives (porque lo vives) una escena de… “espontaneidad” propia de los pacientes del Doctor Caligari, haciéndote partícipe de su ¿locura? ¿enajenación? ¿irracionalidad? (Mentira, no hagáis caso a esta tía) ¿¡Quién ha dicho eso!?

Como no podía ser de otra manera, recalcar la intensa (a falta de una palabra mejor) interpretación de Pilar Castro (Es por tu bien, Julieta) o Luis Tosar (Te doy mis ojos, También la lluvia), que junto con truquillos de realización y labores de foto y color consiguen que historias como la de Helga o Ángel traspasen nuestras mentes y no dejemos de prestar atención a lo que ocurre…o si no, olvida ese satisfactorio “Aaaahhh, es verdad”.

El elenco al completo está sensacional, sacando de contexto unas interpretaciones viscerales, por momentos crueles pero recalcando unos personajes que se cuelan en tu alma y te hacen participes de sus historias.

Relatos superpuestos que van construyendo un universo donde tratamientos modernos de psiquiatría o un amor desmesurado a los animales (puede parecer cruel, pero quien vea comprenderá), constituyen situaciones que incluso podrían resultar críticas a la sociedad tan “progre” en la que vivimos.

Historias que permanecen en el tiempo, sacadas de contexto, pero en las que a pesar de poder llevarnos las manos a la cabeza, la sociedad nos la termina representando de manera cruel y real. Una ficción en la que los senderos de la película no son solamente el maravilloso trabajo de sus intérpretes, son los vicios, carencia de valores y por supuesto la osadía de ponernos todas las cartas sobre la mesa para mostrar una reflexión que no nos damos cuenta hasta que lo vemos, un viaje a lo más oscuro, inquietante y a la vez delicioso del ser humano.