'Red Rocket': Sex, Lies and Broken Dreams

'Red Rocket': Sex, Lies and Broken Dreams

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Cuántas películas no habrá suscitado el sueño americano –o, más bien, la facilidad de este para romperse en mil pedazos–, habiéndose convertido en un tópico recurrente entre aquellos directores de cine para los que hurgar en la basura de los american diners nunca ha sido un problema. ¿Qué hay detrás de esa fachada de éxito, fama y oportunidades de prosperar entre todo aquel con las agallas suficientes como para sumergirse de lleno en el capitalismo más voraz?

Para responder a esta pregunta es útil recurrir a los trabajos del cineasta indie Sean Baker – “Tangerine” y “The Florida Project”–, ambas incursiones magnificas en la “América” profunda, resueltas a desvelar aquello que el Tío Sam oculta siempre en su búsqueda de nuevos reclutas: la precariedad, el abandono, la trampa de la escalada social.

Baker tiene, eso sí, un estilo particular y preciosista a la hora de abordar sus viajes a esas partes olvidadas de Estados Unidos. En sus películas se mezclan humor y desconsuelo mientras se busca la belleza en aquellos lugares dónde otros sólo verían una realidad demasiado desapacible como para ser expuesta ante la cámara. Y como la fórmula ya le ha funcionado dos veces, ha decidido repetir una tercera para rescatar de las entrañas de la nada a Simon Rex, exactor porno reconvertido en protagonista de la nueva cinta del director.

El cineasta ha ofrecido un arco de redención a Rex, quien había estado desaparecido hasta volver ante las cámaras con este proyecto, pero se lo roba por completo al personaje que este interpreta, Mickey, también un actor porno venido a menos y obligado a volver a su Texas City natal para buscar cobijo junto con su mujer y su suegra. Mickey cuenta con el carisma otorgado por la esperanza suicida, útil para engatusar por completo a un espectador que le acompaña gozosamente a través de sus paseos en bicicleta por los suburbios de la ciudad, y sus idas y venidas con los vecinos de una comunidad más que reconocible dentro del ideario estadounidense extendido globalmente.

Ahora bien, nuestro protagonista está tan afanado en su objetivo de volver al porno que no duda en embaucar a una adolescente de 18 años para fugarse juntos a California y poder triunfar de nuevo en los AVN ­–considerados los Oscars de la industria pornográfica–. No hay mayor epítome del “american dream” que esta, doblemente útil para demostrar como ni siquiera los jóvenes pueden escapar de la pescadilla que se muerde la cola en un sueño que se volvió pesadilla hace mucho, mucho tiempo.