'The innocents': terror, angustia y niños con poderes

'The innocents': terror, angustia y niños con poderes

4 Butacas de 5

Eskil Vogt dirige una de las películas más angustiantes del año. Mezclando niños con poderes y una ciudad prácticamente vacía, consigue crear una atmósfera aterradora. Un relato que, además, es bastante violento y muy explícito. Todo ello para conseguir que no quieras ver lo que va a pasar, pero a la vez no puedas dejar de mirar.

La historia comienza cuando Ida, una niña de nueve años, se muda a otra ciudad con sus padres y su hermana Anna, que es autista. Allí, conoce a otros dos niños: Aisha y Ben. Pronto, descubren que Ben, Aisha y Anna tienen unos extraños (y peligrosos) poderes. Anna no habla, no se comunica, pero Aisha la oye, sabe cómo se siente. Además, los tres pueden mover cosas sin tocarlas y Ben puede controlar a las personas. Como es verano y hay muy poca gente, los cuatro pasan mucho tiempo juntos, pero pronto empiezan a tener problemas entre ellos.

Desde el principio, la atmósfera de la película es angustiante, sabes que algo va a pasar, aunque nada ni nadie lo haya dicho. Tanto la música como los planos largos y lentos colaboran a crear ese ambiente de misterio.

Además, destacan las actuaciones de los cuatro niños: Rakel Lenora Fløttum (Ida), Sam Ashraf (Ben), Alva Brynsmo Ramstad (Anna) y Mina Yasmin Bremseth Asheim (Aisha). En todo momento la historia está centrada en ellos. Hay escenas relevantes con personas adultas, pero en todo momento los pequeños llevan el peso de la película, haciéndola aún más aterradora, porque son niños con poderes (poderes chungos) y sin ningún control. Es una representación de la infancia bastante perturbadora y visceral, mostrando una maldad aparentemente inocente, pero muy inquietante.

En la película se dejan muchas cosas a la interpretación del espectador. Se muestran las cosas sin decirlas, dejando que la intuición y la imaginación hagan aún más terrorífico lo que está por suceder. Un dominio magistral del lenguaje cinematográfico para guiar la película hacia una escalada constante de la tensión.

En conclusión, Eskil Vogt consigue transmitir un sentimiento de angustia y horror a través de unos niños jugando a plena luz del día y con unos elementos que ya se han utilizado en el cine de terror. Consigue mantener la tensión y la intensidad en todo momento, haciendo que el interés no decaiga en ningún momento. Un impresionante relato de terror.