'El Menú': Come, calla y ponte al sol

'El Menú': Come, calla y ponte al sol

3 Butacas de 5

En ‘El Menú‘ desde el aperitivo hasta el postre, las creaciones de Slowik -y los castigos de los comensales- se vuelven cada vez más extraños y amenazantes. Al servicio de un tono alegremente malicioso, la dirección de Mark Mylod es fría, ajustada y cortante, y los actores encajan perfectamente en personajes tan antipáticos que nos convertimos en cómplices voluntarios de su sufrimiento.

Fiennes está fabuloso como un hombre tan decidido a convertir la comida en arte que ha olvidado su propósito; su repugnancia por el acto de comer ha extinguido hace tiempo el placer de cocinar.


Hasta tus platos calientes están fríos“, le espeta Margot, la sustituta del público y la primera en desafiar el insulto incrustado en cada plato, como el “plato de pan” sin pan. Intrigado por su carácter obrero, Slowik se inquieta: ve que está dispuesta a enfrentarse a él.


Con salpicaduras de horror en la comedia culinaria (“No toques las proteínas, son inmaduras“, advierte la prohibitiva anfitriona durante una visita a un ahumadero), ‘El menú‘ es negro, amplio y a veces torpe, atacando sus temas más a menudo con una cuchilla que con un cuchillo de pelar. Sin embargo, todos se lo pasan tan bien que es imposible no unirse a ellos.

Puede que la película se centre en la alta cocina, pero su corazón es puro pescado y patatas fritas. Un menú que puede que no recuerdes en el momento, pero que degustas sonriendo otro día apetecible.
Una película que con atrevimiento se manifiesta, siendo de las que recordaremos en el tiempo, creciendo a lo largo del mismo. Hay intriga y acción que la impulsan a que crezca dentro de ti cabeza. No sin subrayar a Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy que se enfrentan en esta negra sátira de la clase y la alta gastronomía.