'El Pequeño Nicolás': una creación ingeniosa y emocionante

'El Pequeño Nicolás': una creación ingeniosa y emocionante

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No sé si el hecho de nunca haber leído las historias de El Pequeño Nicolás escritas por René Goscinny y Jean-Jacques Sempé debería sumar más que restar (o viceversa) al visionado de esta adaptación. Puede que el enorme repertorio de recursos humorísticos visuales y de contrarréplicas ingeniosas, con las que uno sonríe con las cejas más que con los labios, ya estuvieran presentes en los relatos originales, lo cual no le restaría mérito a la película, que resulta una adaptación ejemplar de un medio y una propuesta narrativa radicalmente diferente.

Los directores noveles Amandine Fredon y Benjamin Massoubre presentan, en los escasos 80 minutos que dura la cinta, al mismo tiempo un recorrido por la creación del propio Nicolás a manos de Sempé y Goscinny que se intercala con las historietas del niño parisino y sus amigos. Este encadenamiento de narraciones es siempre fluido, hasta el punto que no parece existir separación alguna entre ambos mundos. El ritmo es endiablado, pero nunca apresurado, con una narración muy económica: en cada uno de los planos, que a menudo remedan la composición propia de las viñetas, parece condensarse toda la información de cada dibujo. Formalmente, la película tiene un acabado de acuarela animada precioso, con una animación sin ningún tipo de floritura en sus detalles y siempre impoluta. A menudo la acción se desarrolla dentro de un solo plano en el que los personajes entran y salen, sin recorrer al corte como recurso fácil para mantener la atención del espectador, para el que es imposible distraerse con el ritmo trepidante de un golpe humorístico cada segundo que propone la película.

Dudo que el niño que vea El Pequeño Nicolás sea capaz de entender algunos de los chistes en forma de réplicas y contrarréplicas de los personajes adultos de la película, que hacen referencias de lo más ingeniosas a suegros y cuñados, entre otros. Sin embargo, hay tal cantidad de recursos humorísticos que acaba juntándose el humor físico, con el costumbrista, con el absurdo, como ese glorioso diálogo entre el profesor y los niños:

-Me llamo Héctor Duval, ¿y vosotros?

– ¡Nosotros no!

Al final de la película vemos un pequeño homenaje a Sempé y Goscinny, en el que se recoge número total de sus historias de El Pequeño Nicolás: 222. En la cinta no llegamos a ver una decena, y visto el resultado, qué menos que seguir adaptándolas a modo de homenaje a los dos autores ya desaparecidos, y al mismo tiempo conseguir llegar a las nuevas generaciones.