'La maison' : Tabú descubierto

'La maison' : Tabú descubierto

3’5 Butacas de 5

Es la tercera crítica que realizo para este medio, y parece que la temática de películas basadas en hechos reales la hayan preseleccionado para mí. Aunque nada más lejos de la realidad. Ha sido toda una casualidad. Pero bendita casualidad porque, hasta ahora, parece que la pura ficción no ha funcionado lo suficiente en mi breve actividad como redactor de críticas de cine, y he necesitado de un ligero impacto de realidad a través de la gran pantalla.

            En este caso, asistí a una película basada en la novela autobiográfica homónima de Emma Becker, de 2019.

            El argumento es el siguiente: Emma, una joven de 27 años, se encuentra en Berlín y en una noche como otra cualquiera, a mitad de un pasaje, descubre un burdel enfrente de una consulta de psicología. Irónico, ¿verdad? En ese momento, le invade la curiosidad y a partir de ahí, inspirada también por su escasa inspiración creativa (como buena escritora), decide adentrarse en el mundo de la prostitución para obtener nuevas ideas de cara a su escritura. No obstante, no todo queda ahí.

            El relato nos descubre todo lo necesario por saber de un mundo totalmente tabú desde tiempos inmemoriales, que la sociedad ha asumido que es la posición que le corresponde. La película se nos ofrece de un modo extraordinariamente explícito en lo sensorial, desde la exhibición y el aperturismo, como no podía ser de otro modo en un género eminentemente erótico, pero con un alto componente sociológico y político, con gran profundidad y complejidad en el contenido.

La dirección tiene la capacidad de encontrar el momento de la carga visual más impactante y superficial, y también de introducirnos los momentos de autorreflexión que va teniendo la protagonista sobre su propia situación de manera que la atención por la historia es permanente.

            Por otro lado, a nivel de reparto, Ana Girardot (Emma, la protagonista) interpreta a la perfección los diferentes registros expresivos que se les exige a la “profesión tabú”. Cabe destacar también, sin duda, la aparición estelar de Rossy de Palma, que interpreta a una de las compañeras de la protagonista, con la autenticidad y la sabiduría popular que se le presupone a un personaje interpretado por la afamada actriz, dándole un toque cómico puntual desde una posición algo maternal sobre el resto de trabajadoras.

            Por tanto, la película se expone con una postura absolutamente reivindicativa y visualizadora del ejercicio de estas trabajadoras del sexo, poniendo sobre la mesa un debate extraordinariamente complejo y controvertido (que sin duda me habría gustado abordar con alguien al finalizar el visionado) y que evoluciona a medida que se van desenvolviendo las diferentes experiencias de la protagonista en este mundo oscuro del que todos formamos parte: directa o indirectamente.