'Oppenheimer': destructor de mundos

'Oppenheimer': destructor de mundos

4’5 Butacas de 5

Por un lado, siempre suele resultar fácil comentar y encontrar las palabras para una película de Christopher Nolan por todo cuanto nos ofrece. Pero, por otro lado, su complejidad nos exige un esfuerzo titánico por describir, sintetizar y valorar sus obras de relojería. Vamos a intentarlo.

            Oppenheimer, por si algunos se habían perdido y todavía no lo sabían, es el último producto de un Christopher Nolan más maduro que nunca, en el que nos relata pormenorizadamente con todo lujo de detalles la historia de cómo se elaboró la primera bomba atómica en el llamado “Proyecto Manhattan” como arma de destrucción masiva.

            Cillian Murphy interpreta magistralmente (en la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera en el cine) a un personaje extraordinariamente complejo, cargado de matices (como el propio filme), profundo y con una mirada que pocos más actores tienen la suerte de poseer, la cual aporta toda la credibilidad necesaria a un ser intelectualmente superior como lo fue Robert Oppenheimer, que tuvo la oportunidad de pasar a la historia y que, cuya vanidad creó el caldo de cultivo para liderar un trabajo que duraría años, sabiéndose acompañar de los mejores físicos del momento : Richard Feynman, Enrico Fermi o Albert Einstein, entre otros.

            El elenco es de una densidad de calidad mayúscula, semejante a la de un agujero negro. En él podemos disfrutar de Matt Damon, Robert Downey Jr., un casi desaparecido de este tipo de filmes Josh Hartnett, al cual agradecí mucho de volver a ver en un papel relevante, Casey Affleck, Florence Pugh, Rami Malek, Kenneth Branagh, así como de una aparición estelar de Gary Oldman interpretando a Harry S. Truman, el presidente de los Estados Unidos de América al final de la Segunda Guerra Mundial. En la gran mayoría de esta constelación de bestias actorales, Nolan demuestra la habilidad de encontrar un momento de despliegue de talento interpretativo para cada uno de ellos, aportando la gran profundidad necesaria en quienes deben tenerla, llamándome especialmente la atención la soberbia y explosiva interpretación de Emily Blunt como Kitty Oppenheimer, mujer de Robert Oppenheimer; y un Cillian Murphy omnipresente durante toda la cinta, ejerciendo como el director del proyecto en el que quizá Nolan se estuviese viendo como un ser homólogo, ese director en el que tanto reflejo de genialidad y vanidad se pudiera ver, gustándose hasta más no poder.

            Desde mi punto de vista de fan acérrimo de Christopher Nolan, y teniendo como auténticas referencias cinematográficas auténticas obras maestras como El Caballero Oscuro u Origen, “Oppenheimer” no se queda muy lejos de lo más brillante del aclamado director londinense. Durante tres horas que pasan volando, Nolan tiene la capacidad de construir el guion mediante un eje no estrictamente cronológico, pero siendo más comprensivo y eficaz que en otras ocasiones. Introduce elementos que parecen insignificantes para recogerlos de manera sutil, con maestría y enlazarlos en puntos narrativos clave. Como siempre, hay que hacer cierto esfuerzo por estar al hilo del guion, pero en “Oppenheimer” Nolan consigue exponer, a pesar de su rapidez habitual en el transcurso y explicación de la trama y sin la pretenciosidad que a veces se le ha achacado, el guión más realista y preciso que le recuerdo para mostrar algo excepcional en un momento crítico y clave de nuestra historia.

La película nos expone magistralmente la extraordinaria relevancia de este acontecimiento y cómo entonces dibujó un mundo nuevo en el que actualmente nos encontramos.

            Durante el largometraje, hay especial espacio para la reflexión, para la fascinación y la decepción por el cariz humano, para la incomprensión de la genialidad y de la estupidez; y para la confirmación (si aún fuera necesario) de Nolan como uno de los directores de nuestro tiempo.

            Si no hay nada que nos sorprenda en los próximos meses, estamos probablemente ante la mejor película del año.