'Delfines de Plata': un viaje impostado y sin alma

'Delfines de Plata': un viaje impostado y sin alma

2 Butacas de 5

El cine, la producción cinematográfica, el desarrollo de películas está viviendo un periodo histórico convulso -tal vez el mayor de su historia- cuyas consecuencias están provocando tanto la realización de productos deficientes como la mimetización por parte del público de los elementos contingentes del arte cinematográfico con dichos productos. El “cine español” no está ausente de ello. A pesar del espléndido 2022 con propuestas como Alcarrás, Cinco Lobitos, Mantícora o As Bestas y un prometedor 2023 con filmes ya estrenados como 20.000 Especies de Abejas o Libres: Duc in Altum, el público generalista tiene una concepción ex nihilo de un “cine español” pésimo; ese mismo público que únicamente consume entretenimiento y que encumbra propuestas de factoría, infantiles y banales -aquí sin distinción de nacionalidad-. Entre esta amalgama y profusión de opiniones, conceptos, etc. debe alzarse una visión lo más objetiva posible para poder diseminar cada propuesta fílmica como un elemento propio, y aquí es donde me toca valorar Delfines de Plata.

            Hay películas que, a pesar de su fallida ejecución, uno percibe que el director tuvo la iniciativa de incorporar una serie de elementos propios del léxico cinematográfico y, por tanto, exprimir los medios a su alcance para dotar a su propuesta de riqueza en la composición del plano, colorimetría, fotografía, etc. Delfines de Plata es el caso que a mí, particularmente, más me exaspera: un producto sin ningún tipo de ambición ni en lo relacionado a la estricta dirección ni en lo referente a la estructura narrativa; no plantea ningún tipo de valor informativo en los encuadres, un apartado fotográfico inexistente, interpretaciones sobreactuadas y estereotípicas, música forzada, montaje abrupto, uso artificioso y efectista de las cámaras lentas, y una narración propia de una novela -aspecto intrínseco al montaje- que impide siquiera que pueda considerarse como algo cinematográfico, más bien, novela grabada. El único aspecto que puede limar tibiamente este descalabro es la sobria y convincente actuación de Rodolfo Sancho.

            Delfines de Plata nos cuenta la historia de Akin, un inmigrante cristiano, que se ve obligado a salir de su país tras perder a su mujer en un ataque terrorista. Akin deberá sobrellevar su estancia en España con sus dos hijas huérfanas y un trabajo en un hotel de lujo que no hará sino traerle problemas. Su trama familiar se verá relacionada con su trabajo en el hotel, una relación sentimental con su jefa, tejemanejes políticos y una célula terrorista asentada en España.

            En definitiva, poco más puedo decir de esta película que todos los amantes del cine deseamos que haya sido un pequeño sobresalto en un 2023 esperanzador para el cine en España.