3’5 Butacas de 5
Los hermanos Casas se unen en el debut de Mario como director de cine a través de la película “Mi soledad tiene alas” una historia de amor, acción y melancolía ambientada en los barrios de Barcelona. Un joven artista de grafiti, una amistad incondicional, un barrio peligroso, peleas, robos, adrenalina y más.
La historia es complaciente, lo que se espera que suceda y es ejecutada de una manera satisfactoria y al mismo tiempo impresionante; los diálogos son naturales, cada personaje tiene una esencia característica y eso le da un tinte refrescante que vuelve especial al largometraje.
En cuanto a la relación entre los protagonistas, a mi juicio aparece tarde y ligeramente forzada, pero una vez que arranca el juego de seducción entre ambos, las escenas construyen un lazo que vuelve al espectador un testigo de la compenetración entre Dan y Vio.
El conflicto principal es claro e interesante, el peligro se sabe inminente, pero el “antagonista” y el protagonista no llegan a enfrentarse verdaderamente en ningún momento, lo que deja inconclusas preguntas sobre la relación entre padre e hijo, deja la sensación de llenar un globo de aire a punto de reventarse y en lugar de meter más presión con aire, reventar el globo con un alfiler.
La atmósfera es muy clara, la vida en el barrio, los peligros de la calle, la necesidad de protegerse con medios propios, la libertad, el arte, un universo increíblemente construido con realidad, completamente verosímil y bien reforzado por la excelente ambientación musical en los momentos de mayor tensión.
Un trabajo bastante completo en materia emocional, violenta sin necesidad de ser cruda, llena de acción y adrenalina sin recurrir a carreras de autos o balazos, un trabajo verosímil, impredecible por momentos y como lo dije antes, completamente satisfactorio.