'¡Salta!': Días del futuro pasado

'¡Salta!': Días del futuro pasado

3 Butacas de 5

Es complicado resumir y categorizar una película. No obstante, resulta ser la labor más gratificante para cualquier crítico. Analizar una obra implica identificar sus referentes, los diferentes géneros a los que pertenece, desentrañar las metáforas y el subtexto. En otras palabras, exprimir toda la información que una obra audiovisual transmite consciente o inconscientemente al espectador.

En la actualidad, la industria ha tratado al público con condescendencia, llegando incluso a dar lugar a la creación del famoso algoritmo. Netflix, por ejemplo, ha adoptado una manera de presentarnos contenidos de una manera tan simplificada que ni siquiera tenemos que tomar la decisión de qué ver durante las siguientes dos horas. Increíble, pero cierto.

Por el contrario, ¡Salta! es un producto de unas características bien diferentes. Sobre todo, si hablamos del mainstream nacional, donde Santiago Seguro es el rey.

Por lo tanto, estamos ante una rara avis que no deja claro si es una cinta de corte juvenil, si es un drama familiar o una de aventuras con viajes en el tiempo con referencias a Robert Zemeckis. Lo único que me queda claro es que es una buena película, un híbrido que no sabemos muy bien como lo hace, pero funciona.

La ópera prima de Olga Osorio comienza ambientada en la hermosa década de los ochenta, y narra la vida de dos hermanos, Teo y Óscar, quienes son completamente diferentes. Uno es un chico deportista y sociable, mientras que el otro es el típico empollón outsider. Ambos deben enfrentarse al duelo por una madre que desapareció en circunstancias extrañas tiempo atrás, lo cual se convierte en el leitmotiv de la historia. Con el transcurso de la trama, descubrimos que su madre era una científica importante obsesionada con los agujeros de gusano al estilo de Kip Thorne.

El incidente incitador, como diría Robert McKee, ocurre cuando Teo descubre uno de estos agujeros gracias a los textos de su madre. ¿Y qué haría todo niño que se precie? Pues saltar dentro.

Así es como Teo se encuentra viajando al futuro, en pleno siglo XXI, donde su hermano Óscar es ahora un científico treintañero (sigue siendo outsider), y las nuevas tecnologías han absorbido a toda la población. Piénsalo bien: Imagina ser un niño de diez años que juega con chapas y, de repente, se topa con smartphones, videojuegos de última generación y la triste noticia de que su equipo ha descendido a segunda división. ¡Un choque cultural abrumador! Esta situación da origen a los momentos más cómicos de la película, con juegos ingeniosos que fusionan las dos épocas.

Mientras tanto, Óscar ha vivido todos estos años sin su hermano y ahora no solo lo tiene de vuelta, sino que Teo sigue siendo el chaval que él recuerda. Por eso, deben encontrar la manera de devolver a Teo al pasado para arreglar su presente y futuro. ¡Porque si no puede cambiar el curso del tiempo!

La película posee una factura técnica maravillosa, con una dirección de fotografía impecable y un montaje con un ritmo enérgico. El elenco, encabezado por Tamar Novas y Marta Nieto, encaja a la perfección con los jóvenes intérpretes, logrando que la historia resulte sumamente creíble, emotiva y entretenida.

En resumen, se trata de una cinta muy divertida y fresca, ideal para disfrutar en familia. La mezcla de géneros está lograda de manera excepcional: la ciencia ficción se convierte en la excusa perfecta y el actual interés por los años 80 añade un atractivo adicional. Es todo esto y más, una obra que invita a acudir al cine y olvidarnos de algoritmos.

No te quedes en casa, ¡Salta!