3’5 Butacas de 5
Decir que Hirokazu Koreeda es uno de los maestros actuales del cine japonés es, a estas alturas, una enorme perogrullada. En estas últimas cuatro décadas, el cineasta nacido en Tokio nos ha regalado joyas como Nadie sabe, Still Walking, De tal padre, tal hijo, Nuestra hermana pequeña o Un asunto de familia (Palma de Oro en el Festival de Cannes 2018), entre otras muchas. Ahora, tras haber ganado el premio de Mejor guion en el festival de festivales, se presenta en la Sección Perlak de San Sebastián Monstruo, un drama infantil que llega emparentado con Rashomon (Akira Kurosawa, 1950) por su estructura y con Close (Lukas Dhont, 2022) por su argumento, pero sin llegar a la hipnosis visual que provoca la primera ni a la devastación anímica que supone la segunda; la mayor fortaleza con la que cuenta Dare mo shiranai (su título original) es el guion de Yuji Sakamoto (coautor de los libretos de la telenovela turca Madre, que tanto éxito ha tenido en nuestro país), construido en tres segmentos narrativos que, girando en torno a los mismos conflictos, se complementan entre sí creando un puzzle cuyas piezas se van desvelando poco a poco, manteniendo el interés del respetable hasta el último minuto. Lo que ocultan unas piezas lo revelan las otras, jugando así con las expectativas del espectador: mientras los personajes se mienten entre ellos, el público es engañado de igual manera.
Así pues, estamos ante otro ejercicio más de cómo dosificar la información de manera inteligente y de cómo construir un relato donde la perspectiva, donde el punto de vista de los distintos personajes que se presentan juega un papel fundamental en el devenir de la historia, siendo, nuevamente en el cine de Hirokazu (como ya ocurriera en las mencionadas Nadie sabe o Nuestra hermana pequeña), la mirada juvenil del infante protagonista quien nos muestre la verdad de los hechos. Para que todo esto funcione, para que la ambigüedad que envuelve el relato se mantenga hasta el último tercio, era muy importante contar con un actor a la altura, y hay que decir que Koreeda ha sabido obtener lo mejor del debutante Soya Kurokawa, perfecto en su misión de mantener al público con la duda de si es el bueno o el malo de la función durante buena parte del metraje. Asimismo, destacar el papel del también primerizo Hiiragi Hinata, que aporta el punto ingenuo y amable de una película formulada en clave de thriller (enfatizada por la música del recientemente desaparecido Ryūichi Sakamoto, que aquí nos regala su obra póstuma) pero que no renuncia a la comicidad, ya sea en ciertos momentos protagonizados por el personaje de Hiiragi o por el de la madre del personaje principal.
Hablar de los múltiples mensajes que nos deja Monstruo de Hirokazu Koreeda resultaría tan esclarecedor respecto a la trama, que vemos más pertinente que el respetable los descubra a medida que vaya visionando el último film del director nipón, quien vuelve a demostrar su manera única de crear atmósferas (aquí jugando con la luz y los colores al servicio de lo que reclame el tono de la secuencia en cada momento), su pericia a la hora de extraer las mejores cualidades de los actores más jóvenes y su maestría para impregnar de humanidad cada obra que crea.