'Golpe de Suerte': Una ¿despedida? muy familiar

'Golpe de Suerte': Una ¿despedida? muy familiar

3 Butacas de 5

El 29 de septiembre llegará a nuestras salas ‘Golpe de Suerte’, la quincuagésima película de Woody Allen y con la que, aparentemente, el cineasta neoyorkino va a poner el punto y final a su prolífica carrera, despidiéndose con su primer filme enteramente francés. Los diálogos, la acción y los personajes están profundamente arraigados a la vida parisina que tanto fascina al humorista criado en Brooklyn.

La historia está protagonizada por Fanny (Lou de Laâge), una exitosa marchante de arte que vivirá una aventura extramatrimonial con su antiguo compañero Alain (Niels Schneider), un poeta trotamundos. Esto pondrá en peligro el matrimonio de Fanny con Jean (Melvil Poupaud), que aparentemente es un marido apuesto, sensible y empático, pero que esconde un pasado muy turbio y que tiene una fortuna de dudosa procedencia. Esto desencadenará en un guión donde mezcla con bastante atino la comedia romántica con el cine negro. Concretamente el polar francés.  Esta historia no nos va sorprender ni tampoco es Allen intentando reinventar su propia fórmula de escritura, pero resulta extremadamente gustosa para cualquier tipo de espectador.

Últimamente el ir a ver una película de este cineasta era una experiencia similar a la de jugar una a la ruleta rusa, pero Golpe de Suerte sí que logra recordarnos al mejor cine que nos ha dado en este siglo. No alcanza el nivel de Annie Hall (1977) o Días de Radio (1987), pero es un visionado ameno que logra hacer que disfrutes. El filme desprende una pasión, un cariño y una dedicación que hacía tiempo que no veíamos en Allen, que nos ofrece una realización más elaborada que la que veíamos en sus últimos trabajos. Esto se debe a lo bien que funciona el binomio que forma junto el legendario director de fotografía Vittorio Storaro(Apocalypse Now, Novecento), que aporta mucho dinamismo en los movimientos de cámara y un color vibrante que impregna todas las imágenes.   Otro punto a resaltar es lo bien que está todo el reparto de actores. Todos entienden el tono que necesita la película para que la comedia y el conflicto convivan en armonía.

En resumen: Allen se despide recorriendo paisajes conocidos con los personajes de siempre, pero que son un bonito homenaje a toda su carrera y que están acompañados por su ingenio y su amado jazz que no para de sonar.