'O Corno': la frontera maternal

'O Corno': la frontera maternal

3 Butacas de 5

Gracias a la visibilidad otorgada por la Concha de Oro a Mejor Película en el Festival de San Sebastián, “O Corno” puede demostrar de qué pasta está hecha a un mayor número de espectadores. Una historia de una fuerza y sensibilidad dignas de un cineasta consolidado y que, siendo la segunda obra de Jaione Camborda, nos muestra una madurez inusual. La realizadora donostiarra, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Galicia, juega todas sus cartas en un retrato local sobre una huida hacia delante que pende entre la vida y la muerte, entre la soledad y la convivencia. La oscuridad y la luz.

Tras una larga escena de un parto que nos sirve como prólogo, la película nos presenta a María, una mujer de mediana edad que vive sola y se gana la vida como mariscadora, algo bastante común en este tipo de pueblos pesqueros. Aunque en realidad es conocida como matrona, ayudando a las embarazadas a dar a luz en casa. Vemos su tacto, dedicación y sensibilidad en el alumbramiento, mostrando al espectador que es un momento tan común como espectacular.

El escenario es la Galicia profunda de los años setenta, muy cerca de la frontera con Portugal, donde María vive de forma tranquila pero amarga porque no ha sido capaz de convertirse en madre. Paradójicamente, dedica su vida a ayudar a otras mujeres a serlo, aunque a veces también a evitar que lo sean. Los problemas comienzan cuando una joven embarazada le ruega que le practique un aborto en secreto.

Tras muchas dudas, decide ayudarla sin saber que la chica fallecería al día siguiente. Los agentes del orden van a su encuentro, lo que obliga a María a escapar de su aldea e intentar cruzar a Portugal en busca de una nueva vida. ¿Qué le deparará al otro lado del río? ¿Qué está dejando atrás?

Por lo tanto, la frontera juega un papel muy relevante en la película. Es ese lugar de paso en el que te juegas la vida, ese Caronte que te guía entre dos países. Lo que dejas atrás y lo que ves por delante. Una metáfora bellísima entre lo que no has podido alcanzar y lo que puedes conseguir.

Para este viaje, Camborda ha elegido una narración contemplativa e intimista. Su cámara nunca se aleja demasiado de los protagonistas (lo cual me gusta mucho), manteniendo al espectador cerca de la piel de María. Muestra preciosos detalles cargados de poesía, apoyados por una fotografía muy naturalista. El ritmo en el montaje es quizás su mayor obstáculo, ya que la realización se enfoca demasiado en ciertas imágenes, centrándose más en la estética que en la historia que nos cuenta. Esto puede ser un punto a favor o en contra, dependiendo del tipo de espectador que se encuentre en el patio de butacas.

El mejor aspecto es, sin duda, el casting, lleno de rostros no muy conocidos para el gran público, donde Janet Novás destaca con un magnetismo cinematográfico y un acting de contención espectacular. Un trabajo en el que el pasado no asumido y lo que no se dice pesan tanto sobre la protagonista. ¡Increíble Novás en cada escena de la película!

Pero es que todos están así, todo el reparto tiene magia en la mirada, son muy creíbles y emocionantes en sus interpretaciones desde el primero al último, indistintamente de sus minutos en pantalla.

En resumen, “O Corno” es una obra con un gran contenido crítico y también poético, que pone el foco en un mundo femenino con problemáticas que no son tan diferentes de las actuales. Juega con un personaje muy potente y una mirada natural pero cargada de sensibilidad.